En la ficción, las peores pesadillas se daban en Elm Street. En la realidad del Real Madrid, la pesadilla de Raphael Varane se personó en el Etihad Stadium, la tumba de su confianza. Dos errores terribles. Dos horrores como cuchillas de Freddy Krueger que penetraron en la piel del Real Madrid y lo dejaron seco. Ahí termina la temporada del Real Madrid. En una dormitación en la salida de balón y en una cesión raquítica.
Dos regalos que amplificaron que el Real Madrid ya no es el rey. Ya no recibe él los regalos del desafortunado Karius. Esta vez no es Benzema el que mete la pierna para aprovechar el error del guardameta. Es Gabriel Jesús el que se huele a un Varane convertido en flan, le achucha, le rompe y le hunde.
Es otra vez el brasileño el que sabe que ahora tienen ellos la suerte de cara. Espera el fallo, el tropiezo del central y su autodestrucción. Nunca se vio al defensa francés tan superado. Sin el amparo de un Sergio Ramos que le despertara de la pesadilla, el galo se engulló en sus peores sueños.
Falló un despeje, dejó la cesión corta y condenó a un Real Madrid que por unos instantes rozó el sueño de eliminar a un equipo que fue mejor y estar en Lisboa, aquella ciudad que tan buenos recuerdos le trae. Pero ese Real Madrid parece ya no existir. Ese sueño es ahora una turbulenta pesadilla de la que no sabe salir. Ya se la mostró el Ajax de Amsterdam. Ahora el City la convierte en recurrente. La pesadilla de Varane es la pesadilla del Real Madrid.
EFE