En esta foto del 26 de mayo de 2019, Simon Pagenaud, de Francia, lidera las 500 Millas de Indianápolis, de la IndyCar (AP/Darron Cummings)
El cisma que parecía irreparable entre las dos series principales del automovilismo en Estados Unidos se ha borrado al menos provisionalmente. El resultado es un evento inusitado en el Indianapolis Motor Speedway, al que paradójicamente no podrán ingresar los aficionados. La Cup Series, máxima categoría de la NASCAR compartirá su escenario con la IndyCar en el mismo fin de semana por vez primera.
La doble cartelera fue forzada por las numerosas alteraciones de calendario que se hicieron necesarias ante la pandemia de coronavirus. Aun así, constituye un paso importante para que las organizaciones del deporte motor conformen un frente unido. “Todos somos competidores en las carreras. Queremos correr para tener éxito”, dijo Kevin Harvick, líder actual de la temporada de la NASCAR y quien se impuso en la carrera Brickyard el año pasado.
“Sé que en cierto modo es como si hubiera existido un estigma durante años sobre la gente de la IndyCar y de la NASCAR. Pero los pilotos son pilotos. Todos quieren ver una buena carrera y ser parte de un evento atractivo”.
La fractura entre las dos series se remonta por lo menos a 1954, cuando Bill France Sr., fundador de la NASCAR, recibió una notificación del Indianapolis Motor Speedway. El autódromo supuestamente le ordenó abandonar las instalaciones. France trabajaba ya en su propia gran pista de carreras, la Daytona International Speedway, y prometió que competiría con Indianápolis. La batalla había comenzado, y ninguna de las partes tenía deseo alguno de construir una relación funcional.
AP