En una zona de Riyad, dos boxeadores de primer nivel se vieron las caras para su pesaje en un hotel cinco estrellas previo a la primera pelea de campeonato mundial pesado que se escenifica en el Medio Oriente. Del otro lado de la ciudad, los raperos estadounidenses Akon y Chris Brown se preparaban como protagonistas principales de un concierto montado en un sitio que es patrimonio mundial de la UNESCO.
Arabia Saudita vive radicales cambios sociales, en ciertas maneras, bajo el príncipe heredero Mohammed bin Salman. Pero las voces críticas dicen que el país aprovecha las competiciones deportivas y otros eventos de entretenimiento para desviar la atención sobre su historial de violaciones de derechos humanos, incluyendo el asesinato del columnista del Washington Post Jamal Khashoggi el año pasado.
La estatal Autoridad General Deportiva tiene otro punto de vista al afirmar que el empeño de mostrar una nueva imagen de modernización y promocionar el turismo forma parte de un “proyecto transformador”. Anthony Joshua, el peleador británico que busca recuperar sus tres títulos ante el campeón mexicano Andy Ruiz Jr. en su revancha en Arabia Saudita este fin de semana, no sólo ha tenido que lidiar con preguntas sobre la pelea. Ha tenido que responder a cuestionamientos sobre si está siendo usado por los sauditas para “blanquear” su reputación mediante el deporte.
“Yo sólo estoy aquí para boxear”, dijo Joshua a The Associated Press esta semana cuando se le preguntó si pelear en el reinado le incomodaba. “Vamos a eso. Aquí estamos. Estoy tranquilo”. Al embolsarse 70 millones de dólares por esta pelea, según versiones de prensa, Joshua difícilmente iba a decir otra cosa. “Es una tremenda oportunidad”, dijo a la AP. “Los boxeadores necesitan oportunidades. Cada deporte, cada negocio, necesita de oportunidades globales. Esto cumple con los requisitos como negocio, pero también para los turistas y el deporte”.
La teoría del “sportswashing” (blanqueo de imagen deportivo) como lo plantea Amnistía Internacional, entre otras organizaciones, fue planteada al promotor de Joshua esta semana.
“Andaba manejando anoche, pensando en todas las críticas que he recibido. He visto Gucci, Starbucks, Dunkin’ Donuts, Versace y Ralph Lauren”, dijo Eddie Hearn. “Los sauditas quieren mostrar que están cambiando. Ellos quieren una imagen más positiva al traer eventos. ¿Acaso no es lo que deberían estar haciendo?” “Tienen que cambiar, y están cambiando. Pero la gran noticia es que el boxeo será artífice de esos cambios — y ello muestra el poder que tiene el deporte.
“La cuestión del “sportswashing es algo que me sobrepasa”, dijo Hearn. Amnestía dijo en un email a la AP que no necesariamente pretende que Joshua opte por boicotear la pelea, de paso renunciando a la bolsa más rica de su carrera, pero que “se informe de la situación de los derechos humanos en Arabia Sauidta y que esté preparado para pronunciarse”. Fue algo que Joshua ha decidido obviar.
AP