"No soy uno más, soy el especial". La frase es inconfundible. Fue pronunciada hace quince años, el 2 de julio de 2004, cuando un José Mourinho que aún no pintaba canas llegó a Stamford Bridge. "En serio, no quiero que se me tome como arrogante", aplacó quien ahora vuelve a Inglaterra en busca de una cuarta oportunidad. Es el Tottenham Hotspur el que acogerá a una de las personalidades más fuertes del fútbol, al hombre que desquició a propios y extraños y que, para decepción de muchos, se ha amansado con el paso del tiempo.
Porque Mou ya no es lo que era, al menos mediáticamente hablando. Su 'showtime' de las ruedas de prensa se quedó en Madrid y su carácter incendiario se ha ido apagando. Ya no existen los "¿por qué?", las referencias a Unicef y las listas de errores. Quizás por ello, en Inglaterra sigue teniendo cartel. Ha salido por la puerta de atrás de sus últimos tres equipos, Real Madrid, Chelsea y Manchester United. El último despido, el peor. Pero Mourinho ya lo avisó hace años, cuando se comparó su caso con el de Manuel Pellegrini.
"A mí no me pasará como a él. Cuando salga de aquí iré a un gran equipo de Inglaterra o de Italia". Y el tiempo le ha dado la razón. El último grande en llamarle ha sido el Tottenhanm, un equipo muy de su estilo ganador de los primeros años. Un club grande, pero no ganador, al menos aún no. Como lo era el Porto o el Inter antes de su llegada, clubes que transformó con títulos previamente inimaginables.
Eso sí, su contador de Liga de Campeones está parado en dos desde entonces. Desde 2010, la máxima competición continental le ha sido esquiva y ahora llega un club que ha alcanzado la final recientemente. La nueva etapa en Londres va a poner a prueba su capacidad de reciclarse. No vale ya el Mourinho del Manchester United, por bajo que esté el listón en White Hart Lane en cuanto a títulos. Tiene que superar el gran trabajo de Mauricio Pochettino en los últimos cinco años y lo tendrá que hacer a contrarreloj, porque Mourinho nunca fue de romances largos y en Londres se han cansado de esperar.
EFE