Carlos Viera lanza contra Canadá durante un partido del torneo Premier 12 en la capital surcoreana. (EFE/EPA/YONHAP)
Lo más triste de la humillante derrota de Cuba este viernes ante Corea en el Premier 12 de béisbol fue que los jugadores se llevaron una felicitación por su entrega en el terreno. O sea, los cubanos se volvieron buenos perdedores y dejaron de sentirse elegidos de sangre azul en el juego de pelota. “Valoro la entrega total en el campo, lucharon y tuvieron disciplina, felicitaciones para estos muchachos, hicieron lo que podían hacer”, dijo el mentor Miguel Borroto en declaraciones en redes sociales luego de consumarse el revés 7-0 ante los coreanos.
Tres carreras en tres partidos, dos partidos sin anotar, promedio ofensivo de .163 sin extrabases, lanzadores descontrolados y cero capacidad de reacción es menos de lo que podían hacer, aún cuando las deserciones al béisbol de Grandes Ligas y los errores en casa propiciaron una baja de la calidad en los antiguos reyes del béisbol a nivel de selecciones.
Los cubanos se volvieron humildes, aceptaron su condición de participantes más que de competidores. Es un golpe al orgullo de los aficionados que en los años 80 guardaron luto cuando perdieron la Intercontinental de 1981 y los Centroamericanos y del Caribe de 1982. Los que en el 2000 prefirieron estar muertos para no haber visto el revés ante Estados Unidos en la final olímpica de Sydney.
Este viernes fue diferente. El único equipo finalista en todos los torneos olímpicos de béisbol, con tres medallas de oro y dos de plata en cinco presentaciones se ha resignado a ser un hijo de vecino sin linaje en el concierto del béisbol y merece una felicitación porque los jugadores se portaron bien. ¿Qué pasó con el béisbol cubano? Es una pregunta sin respuesta. O con mucha respuestas.
Hubo deserciones a Grandes Ligas, no es posible armar un equipo con los mejores cubanos jueguen donde jueguen, hubo errores de la burocracia en la Federación Nacional, con dirigentes de edad matusalénica y cero creatividad y lo peor, una generación de muchachos cuya prioridad en el barrio son los goles de Messi y Ronaldo.
La mayoría de los jugadores del equipo Cuba juegan en una Serie Nacional de poca calidad y a los aficionados del siglo XX les da gana de llorar porque no hay un bateador de los grandes momentos como aquel que no solía fallar a la hora buena ni un pitcher echado para adelante que le diga a sus amigos: “denme una carrera de ventaja y ganamos”. La derrota no es nada nuevo.
Cuba, seguro ganador invicto en Juegos Panamericanos del siglo pasado, regresó de los juegos continentales de Lima con derrotas ante Colombia, Canadá y República Dominicana y solo un triunfo, ante la humilde Argentina. Lo peor de este viernes no fue la derrota dolorosa. Lo peor fue que no dolió tanto porque los asiáticos juegan mejor, los canadienses tienen un pitcher que les tomó la medida y los australianos están llenos de profesionales, aunque a esos sí les pudieron ganar en entradas extras.
EFE