Nick Kyrgios festeja su victoria sobre Daniil Medvedev en la final del Abierto de Washington (AP / PATRICK SEMANSKY)
Nick Kyrgios debió lidiar con molestias en la espalda, una rodilla y un brazo durante el Abierto de Washington. Entre dobles y singles jugó todos los días de la semana. Derrotó a un par de jugadores que están entre los primeros diez del escalafón mundial y a la primera y tercera cabezas de serie. Y terminó llevándose el título de singles, el sexto de su enigmática carrera, una carrera en la que abundan las victorias contra las máximas figuras del deporte y también los escándalos.
El australiano, que ha sido multado numerosas veces por indisciplina, dice que su triunfo 7-6 (6), 7-6 (4) sobre Daniil Medvedev en la final de Washington es producto de un cambio de actitud frente a la vida. “Quiero hacer una vida limpia, tener hábitos saludables”, manifestó. “Esto recién empieza y se reflejó esta semana en la conquista de este torneo”. Una y otra vez destacó no su triunfo, sino la forma en que está viviendo su vida. “Hice la misma rutina todos los días. Me sentí un jugador como tantos esta semana”, comentó alguien que era visto como un jugador problemático, que vivía encerrado en su propio mundo y se manejaba por sus propias reglas.
“Creo que he hecho grandes progresos”, agregó, sin aclarar en qué consisten los cambios en su vida. “Espero poder seguir así”. Solo dijo que “tenía muchos hábitos poco saludables y eso se estaba empezando a ver en la cancha. No estaba bien. Tenía que cambiar muchas cosas”. Es sabido que en pleno torneo de Wimbledon se lo veía de noche en bares de Londres, incluso la noche previa a su publicitado partido con Rafael Nadal, que ganó el español.
“Es increíble lo mucho que cambié en los últimos seis meses”, insistió. “Estoy trabajando fuerte adentro y afuera de la cancha para tratar de ser una mejor persona y un mejor jugador de tenis”. Kyrgios le ha ganado tanto a Nadal como a Roger Federer y Novak Djikovic, los tres tenistas más dominantes del circuito, y dice que sabe que en un buen día puede derrotar a cualquiera. El problema es que los buenos días no eran muy frecuentes hasta ahora.
AP