El Gobierno griego anunció este martes que reforzará la seguridad en los estadios y otorgará mayores competencias para los vigilantes para hacer frente a la violencia crónica que padece el fútbol heleno. El ministro de Deportes griego, Yorgos Vasiliadis, señaló este martes en declaraciones a la radio privada News24/7 que las próximas semanas presentará en el Parlamento una enmienda que permitirá al personal de seguridad entregar a la Policía los hinchas violentos.
Vasiliadis hizo estas declaraciones tras la suspensión, el pasado domingo, del clásico griego entre el Panathinaikos de Atenas y el Olympiacos del Pireo, después de que aficionados superaran la seguridad del estadio y llegaran hasta el banquillo. Se trata del tercer clásico griego que ha sido suspendido desde 2015 a causa de este tipo de incidentes.
"El problema mayor es la convicción de los hinchas de que no serán castigados", destacó Vasiliadis y añadió que, "por primera vez", se aplica la nueva ley que permite prohibir la entrada a los estadios. En 2015, el Gobierno de Alexis Tsipras, tras la suspensión del partido entre el Panathinaikos y Olympiacos, interrumpió la liga griega hasta que los clubes aplicaron las medidas de seguridad previstas por la ley desde 2002 pero nunca puestas en marcha. Aunque los clubes fueron obligados a introducir un sistema de entrada electrónica, que permite conocer la identidad del comprador y su ubicación en el estadio, y colocar cámaras de seguridad en los campos, la violencia en los estadios no se redujo.
En los últimos tres años, la liga griega fue suspendida tres veces, dos por decisión del Gobierno y una por una huelga de árbitros, durante varias semanas. A pesar de que las sanciones a los clubes cuyos hinchas son responsables de violencia son draconianas y se aplican, no han llevado a una reducción de los incidentes.
El líder de la tabla, el Paok de Salónica, comenzó la temporada con dos puntos de menos por los disturbios provocados por sus seguidores el año pasado en el partido, en casa, contra el Olympiacos. En aquel partido, el presidente de Paok, Ivan Savvidis, invadió el terreno de juego armado con una pistola, lo que provocó la suspensión de la liga y la recomendación del supervisor de la Federación Internacional de Fútbol Associations (FIFA) de expulsar a los clubes griegos y sus selecciones nacionales de las competiciones internacionales.
A la violencia se añade la corrupción crónica que reina en la Federación Griega de Fútbol (EPO) y las denuncias persistentes sobre partidos amañados. En 2017, bajo la presión coordinada del Gobierno y de la FIFA, EPO fue obligada cambiar su estatuto y aceptar un supervisor de la federación internacional.
EFE