PARÍS. Como ocurre tan a menudo en la vida de un futbolista, llegó el día en que su club le dijo a Anatole Ngamukol que iba a prescindir de sus servicios. El Reims decidió que no tenía cabida para un delantero que había ayudado a que ascendiese a la primera división francesa. Acababa de cumplir 30 años y no estaba anotando demasiados goles.
El club propuso rescindir el contrato. Pero Ngamukol tenía otras ideas. No le habían llegado ofertas y tenía una familia que alimentar y otro hijo en camino. Por ello, este jugador que militó en clubes de España y Suiza decidió que prefería seguir en el club, con el que tenía contrato por otro año. Fue entonces que las cosas se pusieron feas, según el jugador.
En lugar de darle la oportunidad de volver a ganarse un lugar en el plantel, Ngamukol dice que el Reims lo condenó al purgatorio. Lo hizo entrenar con el equipo de reserva, con el que no jugó partido alguno, y a veces se tuvo que entrenar a solas, corriendo alrededor del terreno mientras sus compañeros preparaban el próximo partido. Ngamukol sospecha que el club trataba de presionarlo para que se fuese solo, sin tener que pagarle el sueldo que disponía el contrato.
Es una táctica bastante difundida en el mundo del fútbol, que los franceses describen con una palabra en inglés, “le loft”, dando a entender que a uno lo encierran en una buhardilla si deciden que el jugador ya no les es útil.
Excluidos del equipo, distanciados de sus compañeros, los jugadores sometidos al hostigamiento más severo dicen que se sienten marginados, sometidos a humillaciones como el que se les niegue el acceso a los vestuarios, al estacionamiento, a las duchas y a otras instalaciones. Ngamukol declaró a la Associated Press que dirigentes del club le dijeron: “No vas a jugar un solo minuto, nada, ni serás parte del equipo”. El delantero había participado en 29 partidos de la campaña de ascenso. “Es algo duro, especialmente sabiendo que no hice nada malo como para que me manden al equipo B”, expresó el jugador.
“Es un castigo”. A menudo los jugadores no protestan y aceptan irse a cambio de una compensación, según el sindicato de jugadores de Francia, porque temen quedar marcados si se quejan y que nadie los vuelva a contratar. “Temen quedar en una lista negra”, expresó el vicepresidente del sindicato de futbolistas David Terrier. Ese no fue el caso de Ngamukol. Él y otro marginado por su club, Hatem Ben Arfa, acudieron a los tribunales.
Sus abogados aducen que al excluirlos de los planteles de Reims y de París Saint Germain respectivamente, los clubes incurrieron en actos de hostigamiento laboral. Ben Arfa, considerado una de las grandes promesas del fútbol francés, radicó su demanda el 1ro de febrero. Se unió al PSG en el 2016.
Anotó dos goles en los cuartos de final de la Copa de Francia en abril del 2017, pero no volvió a jugar hasta que terminó su contrato, en junio del 2018. Fue un exilio que abarcó 70 partidos. ¿Las razones? Aparentemente ofendió al presidente del PSG al criticarlo frente al propietario del club, según el abogado de Ben Arfa, Jean-Jacques Bertrand. “Fue algo inocuo, sobre todo porque lo dijo sin maldad”, expresó Bertrand a la AP. “Pero da la impresión de que al presidente no le cayó nada bien”. “El objetivo es quebrarlo a uno”, dijo el abogado.
“El club hizo todo lo que pudo para que él se fuese”. Ben Arfa no se fue y ahora pide entre 7 y 8 millones de euros (8 y 9,1 millones de dólares) al PSG en compensación por sueldos perdidos y un pago simbólico de un euro por daños. PSG dice que no cometió irregularidad alguna y que “lamenta” la “terquedad” de Ben Arfa y su abogado. Ngamukol presentó su demanda, con el apoyo del sindicato, el martes.
Dice que al hacerlo entrenar con los reservas, el club trató de aplicarle una “presión sicológica” para que rescindiese el contrato. Acusa al técnico y al director de fútbol de hostigarlo en el sitio de trabajo, un delito que conlleva hasta dos años de prisión en Francia. El club desistió de hacer comentarios al ser consultado por la AP. El diario de Reims L’Union atribuyó al presidente del club, Jean-Pierre Caillot, que querían “liberarlo de su contrato para que pudiese buscar otro club. No lo entendió. Nosotros no hostigamos ni discriminamos a nadie”. AP, John Leicester
AP