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Satélites, taxis o 5G, las zonas grises del presupuesto Tokio-2020

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En esta foto de archivo del 18 de julio de 2018, los periodistas visitan el Nuevo Estadio Nacional en construcción para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en Tokio.  

 

 

¿Es normal que se incluyan satélites de previsión meteorológica, taxis o la red 5G en un presupuesto olímpico? El debate está candente en Japón, donde los organizadores de los Juegos Olímpicos 2020 y el gobierno tratan desesperadamente de controlar los costes. La última versión del presupuesto se anunciará el viernes.

El comité de organización de la cita olímpica nipona prometió que no sobrepasaría el límite fijado anteriormente de 1,35 billones de yenes, equivalentes a 10.500 millones de euros. Lo que está en juego es algo más que dinero, ya que el Comité Olímpico Internacional (COI) teme que una factura demasiado elevada disuada a futuras candidaturas, en el marco de las reticencias de los ciudadanos a la idea de soportar el coste de un evento de esa envergadura.

De los 1,35 billones de yenes, los organizadores desembolsarán 600.000 millones (4.700 millones de euros), junto al ayuntamiento de Tokio, mientras que el gobierno japonés contribuye con 1.100 millones de euros, principalmente para la construcción de un nuevo estadio. Pero los auditores del Estado entregaron en octubre un informe explosivo, que subraya que los diferentes ministerios y agencias gubernamentales ya habían asignado 6.250 millones de euros a proyectos olímpicos en el periodo 2013-2018.

Según dicho informe, el gobierno enumeró 286 proyectos, desde satélites meteorológicos a subvenciones para estaciones de hidrógeno destinadas a vehículos con baterías, pasando por los nuevos taxis Toyota con el logo de los Juegos que recorren la ciudad, para los que el Estado subvenciona la compra, o la investigación para una 5ª generación de telecomunicaciones móviles.

 

- “No hay normativa” -

 

“Creo que es exagerado decir que esos gastos están ligados a los juegos Olímpicos”, reaccionó el director general del comité Organizador, Toshiro Muto. El portavoz del ejecutivo, Yoshihide Suga, reafirmó por su parte el compromiso del país con unos Juegos “del ahorro”. El problema es que “no hay una normativa” en la materia, explica Holger Preuss, profesor de economía del deporte en la universidad alemana Johannes Gutenberg. Tampoco hay normas internacionales.

“Es una zona gris”, indica a la AFP. Luego de la publicación del informe, el gobierno ordenó un estudio y repartió los proyectos en tres categorías. Una primera categoría A para los gastos directamente asociados a los Juegos, estimados en 13.500 millones de euros. La categoría B reagrupa los proyectos con un vínculo más difícil de precisar, como los taxis. Factura total de 4.260 millones de euros. La categoría C, por último, tiene la dotación más modesta, 640 millones de euros, para proyectos sin apenas vinculación con los Juegos, como los satélites.

 

- “Argucias contables”

 

- Más allá de estos ejemplos, los gastos en infraestructuras son los que crean más problema, según Andrew Zimbalist, profesor en el Smith College (Massachusetts) y experto en economía del deporte. “Por supuesto, al COI le gusta señalar que las carreteras y los metros construidos participarán al final en el desarrollo económico de la ciudad anfitriona y no deberían ser incluidos en el presupuesto olímpico”, explica.

A comienzos de diciembre en Tokio, el jefe de la comisión de coordinación del COI, John Coates, apeló a distinguir “los costes operativos de los Juegos y las inversiones en infraestructuras que serán un legado” del evento. “A veces es cierto, en parte, pero lo más habitual es que esas inversiones no son apropiadas a la vista de las necesidades y recursos de la ciudad”, matiza Zimbalist. Ante la desafección popular, el Comité Olímpico Internacional implantó un conjunto de reformas para contener los costes, por ejemplo reduciendo el tamaño de las sedes o utilizando infraestructuras ya existentes.

Pero en el caso de Tokio el experto es escéptico. “Yo creo que, teniendo todo en cuenta, la factura de Tokio-2020 se elevará por encima de los 20.000 millones de dólares (17.600 millones de euros). El COI simplemente excluyó de manera forzada numerosos elementos del presupuesto para abaratar el coste público”, estima. “Son artimañas contables, nada más”, asevera. En una tribuna publicada en la revista Forbes, Andrew Zimbalist exhortó al COI a adoptar “un nuevo modelo económico”. “No tiene sentido reconstruir ‘ex nihilo’ las maravillas olímpicas en una nueva ciudad cada cuatro años”, insiste.  

 

AFP

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