Se ha jugado poco más de una semana de NBA y los partidos están siendo una auténtica fiesta para los ojos de los aficionados. Porque una especia de locura anotadora parece haberse apropiado de la liga. La media de puntos por partido está en 112,3. Son 6 puntos más que la media de la temporada regular del año pasado. Para encontrar un año con más anotación que éste hay que irse a 1970. De hecho, con la media de puntos que llevan los equipos ahora mismo estaríamos hablando de la décima temporada con más anotación de la historia, la única del siglo XXI entre las 30 primeras.
Los datos no dejan lugar a dudas. Es el mayor aumento de anotación media entre dos temporadas desde 1955. El récord de puntuación el año pasado fue de 148 puntos, este año ya se han metido 149 (los Pelicans ante los Kings, con Mirotic y sus 36 puntos). En la 2017/18 se superaron los 140 puntos trece veces, esta temporada ya van cinco en poco más de una semana. Y en el mes de octubre de 2017 se metieron al menos 120 puntos en 27 veces, mientras que en lo que va de octubre de 2018 ya se ha hecho en 38 ocasiones. Otro dato que ha subido exponencialmente y que es muy sintomático de lo que está pasando es el PACE (posesiones de un equipo por cada 48 minutos de juego).
La temporada pasada la media fue de 97,3 posesiones, con tres equipos por encima de 100. Este año es de 101,4 posesiones, con 18 equipos por encima de 100. ¡15 más que la última temporada! Una auténtica barbaridad que tiene varias explicaciones. La tendencia desde hace una década es la de jugar más rápido, desde que los Suns de Mike D’Antoni pusieron de moda el Seven seconds or less. Aquel equipo era vanguardia en cuanto a jugar con velocidad y ha sido una inspiración para muchos de los exponentes actuales (Warriors, Rockets…). Aquellos Suns, que en su momento parecían la quintaesencia de la velocidad en el juego, tenían un PACE de 96,7 en su momento más trepidante.
Con esa media en la liga de hoy serían últimos. Los Warriors dieron un salto adelante en este aspecto con Kerr. La primera temporada en el banquillo del actual entrenador supuso un aumento de dos posesiones jugadas por cada 48 minutos. En las tres posteriores han estado en 100 y ésta ya van por 102,5. Y, sin embargo, sólo le vale para ser el noveno equipo que más rápido juega esta temporada. La moda por jugar rápido está llegando hasta extremos difícilmente imaginables hace muy poco tiempo. Se está premiando los lanzamientos rápidos, aunque no sean lógicos dentro de la ortodoxia, con el objetivo de pillar a las defensas descolocadas.
Incluso se ha visto varios ejemplos de equipos que no piden tiempo muerte tras coger un rebote defensivo y contar con la última posesión. Una vez más en busca del desorden defensivo rival. Otra de las razones hay que buscarla en la faltas. Desde 2004, cuando la NBA eliminó el hand-checking (la defensa con uno o los dos brazos o manos sobre un atacante en movimiento con balón) del tiro libre hacia el interior, el juego fue trasladándose progresivamente hacia el perímetro. Este año se han implementado nuevas reglas bajo un mismo patrón: “libertad de movimientos”.
Una vez más para proteger a los atacantes de los contactos físicos que puedan sufrir sin el balón. ¿Qué ha provocado este cambio de reglamento? Por un lado se hacen tres faltas más y se lanzan tres tiros libres más por partido que el año pasado. Por otro, la defensa en el perímetro es más difícil y los tiradores tienen más opciones para lanzar. Son 31,5 triples los que se intentan por partido, 2,5 más que la temporada pasada y 13,5 más que en la 2010/11, cuando comenzó la tendencia de cargar cada vez más el ataque en el juego exterior. Por si todo esto no fuese suficiente, ahora mismo hay 35 jugadores que promedian más de 20 o más puntos por partido, con seis por encima de los 30 (Stephen Curry es el líder con 34,4).
Esta forma de juego tiene detractores que echan de menos la dureza de otras décadas. Lo comparan con la NBA actual y piensan que las estrellas de ahora lo tienen mucho más fácil, y que sus récords no tienen el mismo mérito. Pero también tiene muchos seguidores, y sino que se lo digan a Steve Kerr: “Jugar así de rápido le gusta a mis chicos y los aficionados se divierten viéndonos”. ¿Hasta qué punto una forma de juego que gusta al jugador y al aficionado es criticable? Lo único claro es que la tendencia se ha convertido en norma en este inicio de NBA.
AS