LIGA DE
Ya se ha disputado la primera jornada del nuevo y “confuso” torneo de la Liga de Naciones, en el que se puede destacar dos puntos llamativos: el objetivo de disminuir los amistosos para generar un espíritu competitivo entre todas las selecciones europeas se ha cumplido, y también, el de disputar partidos vistosos con igualdad de niveles futbolísticos para crear mayor interés en los espectadores y en los propios seleccionados.
Entre el “extraño” formato por la que se rige la competición, donde se dividen en tres grupos denominados A, B, C y D, que además tienen otras subdivisiones, está el atractivo de ver selecciones europeas de altísimo nivel enfrentándose a otras de gran renombre Mundial. De hecho, el duelo apertura fue un Alemania-Francia. La cuatro veces campeona del Mundo se enfrentó a quien fue el ganador de la última Copa, y aunque el partido terminó 0-0, hubo gran expectación durante los 90 minutos. Lo que parecía un “locura” de torneo, como algunos críticos internacionales la catalogaron, está resultando un éxito.
Pocas conclusiones y análisis pueden sacar técnicos como Luis Enrique (España), Joachim Low (Alemania), Didier Deschamps (Francia), entre otros, cuando sus selecciones tienen que enfrentarse a países como San Marino, Montenegro, Andorra, etc, que tienen muchísimo menor envergadura futbolística. Quizás, en el futuro podría implementarse este formato en otras competiciones como las eliminatorias y clasificaciones a la Euro para darle mayor competitividad, aunque por ahora parezca imposible.
No obstante, las selecciones pequeñas también se han visto favorecidas al tener que enfrentar a países con igualdad de condiciones y limitaciones entre sus plantillas. De nada les sirve a los países pequeños ser humillados con majestuosas goleadas, en cambio, la motivación de jugar contra un rival parecido a ti, hace que se genere un propósito de superación, porque además la competición te premia con “escalar de división”.
Daniel Velásquez Battaglini Meridiano