Jornada de transición antes de afrontar el doble asalto montañoso del próximo fin de semana, con el terrible Zoncolan (sábado) y el primer contacto con los Dolomitas (domingo). Etapa sin excesiva dificultades orográficas, pero sin descanso, porque este Giro no admite asuetos gratuitos. Una ronda para resistentes y aventureros, como los que ayer se retaron antes de la la llegada al circuito de Imola, un recinto emparentado con la velocidad. Ahí donde se impuso la fortaleza del irlandés Sam Bennett, que ya venció en la séptima etapa.
En el Autódromo Enzo y Dino Ferrari se presentó el pelotón fracturado después de neutralizar a los integrantes de la fuga consentida del día, donde se colaron Mosca, Zhupa, Frapporti, Maestri y Senni. Los fugados fueron derrotados a falta de 20 kilómetros de la meta por el empuje de los perseguidores y el castigo de la lluvia, que apareció en el último tramo de la jornada. En momento clave se quedó descolgado Elia Viviani, el sprinters más cualificado. Sin el velocista italiano se abrió la veda y el descontrol. Varios osados intentaron el asalto a la etapa con un ataque lejano. Primero se atrevió Tim Wellens, luego lo hicieron Diego Ulissi,Carlos Betancur y Matej Mohoric.
Estos arreones enfilaron al pelotón, que viajaba por el asfalto mojado del circuito de Imola a toda velocidad.A falta de 500 metros apretó Bennett con una potencia descomunal, dejando sin opciones de triunfo a unos perplejos rivales. El irlandés tuvo tiempo para celebrar la victoria y dedicar el triunfo a su novia, que le esperaba en la línea de meta.Bennett logró su segundo triunfo parcial y ya empata con Viiviani y Yates.Mañana, otra cita con recorrido de 189 kilómetros prácticamente llanos, con comienzo en Ferrara y final en Nervesa Della Battaglia, propicia para escapadas y para sprinters. Un examen en el que Simon Yates no debe tener problemas para mantener el liderato.
PABLO DE LA CALLE ELMUNDO