Durante más de seis décadas la presencia de jugadores cubanos en las diferentes organizaciones beisboleras de Estados Unidos superaba a la suma de los restantes peloteros de países latinoamericanos. Aquellos atletas de antaño procedían de la Liga Profesional de Cuba, un torneo con nivel ´´Triple A´´ que servía de termómetro para medir las aptitudes para ascender a las Ligas Mayores. Tal era la calidad de la pelota cubana, que además del profesionalismo existía una Liga Amateur considerada la mejor del mundo. Muchos creen que vencer a los peloteros aficionados de Cuba en eventos internacionales fue un patrimonio exclusivo del béisbol posterior a 1961.
Los que así piensan deberían repasar la historia, pues derrotar a los amateurs cubanos antes de 1961 también se consideraba una hazaña, tal como ocurrió cuando Venezuela les arrebató una Serie Mundial con Daniel Canónico en la lomita. Aquel escenario cambió a partir de la eliminación del profesionalismo en 1961. Más de cinco décadas de separación del béisbol de Estados Unidos ha llevado al atraso de este deporte. Pero la pelota pertenece a la cultura nacional. Es tan criolla como son las palmas reales, las canturías campesinas, la música de Barbarito Diez, Benny More y Celia Cruz.
Y como el béisbol el cubano lo lleva en la sangre, no está enfermo de muerte a pesar de los graves problemas. Sólo es un herido que espera por su cura. Lo que decimos se demuestra cuando vemos que a pesar de las adversidades internas para que la juventud pueda desarrollar sus habilidades naturales, cuando reciben las oportunidades surgen de esa tierra figuras que se convierten en estrellas.
Los ejemplos están en Grandes Ligas donde brillan brazos como el de Aroldis Chapman, bateadores como José Abreu, Yasiel Puig, Yoenis Céspedes y Yuli Gurriel, guantes mágicos como los de José ´´Candelita´´ Iglesias y Adeiny Hechavarría.
En el 2017, un total de 24 cubanos actuaron en Grandes Ligas. En estos momentos, un grupo de 33 se encuentran en los campos de entrenamientos de los respectivos equipos. Casi todos los cubanos que juegan en Grandes Ligas provienen de la Serie Nacional, con la excepción de un grupito de hijos de exiliados que nacieron o crecieron en Norteamérica.
Sabemos que no todos estarán en las nóminas el día inaugural de la temporada 2018, pero la cifra pudiera ser similar o mayor a la del 2017. Lo que más nos llama la atención es la cantidad de jugadores cubanos jóvenes que tienen contrato con las respectivas franquicias de Grandes Ligas, a pesar de no existir un acuerdo de firmas directas desde la isla. Este avance cuantitativo, nos mueve a la esperanza.
POR MARINO MARTÍNEZ Especial / el Nuevo Herald