FILADELFIA – Dallas Green, el estricto manager que guio a los Filis de Filadelfia a su primer título en la Serie Mundial, falleció el miércoles. Tenía 82 años. Como lanzador de las Grandes Ligas, Dallas Green fue más bien mediocre. "Fui un pitcher con 20 victorias", solía bromear. "Sólo que me tardé cinco años en conseguirlas".
Pero como manager, Green tenía las mayores cualidades. "Cuando uno piensa en un tipo tan alto, con esa voz profunda, entiende que él era capaz de dirigir la reunión de un equipo", recordó Terry Francona, actual manager de Cleveland, en referencia a Green, quien medía 1,95 metros (seis pies y cinco pulgadas). "¡Hombre, te dejaba asustado en tu asiento!"
Los Filis informaron que Green falleció en el Hospital de la Universidad de Hahnemann, en Filadelfia. Había tenido problemas de salud por años. Pasó 62 años en el béisbol, como pelotero, manager, gerente general y presidente de clubes, entre otras funciones. "Era un gran hombre con un gran corazón y una personalidad enorme", destacó en un comunicado David Montgomery, presidente de los Filis.
En su carrera de pitcher, Green tuvo una foja de apenas 20-22 en la década de 1960. Su distinción mayor en el montículo consiste en haber permitido el único grand slam conectado por Pete Rose, el bateador con más hits en la historia. Rose jugaba en la primera base de aquel equipo de Filadelfia de 1980, en el que figuraban futuros miembros del Salón de la Fama, como Mike Schmidt y Steve Carlton. Green los guio al cetro en el Clásico de Otoño, poniendo fin a una sequía que se prolongó durante casi un siglo. "El béisbol ha perdido a un gigante", tuiteó Rose.
"Dallas era un tremendo tipo y un auténtico líder". Seguramente llamó la atención de su equipo a la mitad de aquella campaña que terminó con la conquista del campeonato. Luego que una derrota en Pittsburgh dejó a los Filis en la marca de .500, Green lanzó una reprimenda durísima en los camerinos. Los periodistas que estaban afuera de los vestuarios en el Three Rivers Stadium aseguraron que habían escuchado claramente cada una de las palabras proferidas a gritos por Green. Green fue después piloto de los Yankees de Nueva York, a cuyo temperamental dueño George Steinbrenner le agradó la idea de que alguien pudiera cuestionarlo. Dirigió también a los Mets. "Dallas era pura y simplemente un verdadero hombre de béisbol", destacaron los Mets en un comunicado".
Se desempeñó también como gerente general y presidente de los Cachorros de Chicago. En 2006, los Filis lo exaltaron a su Salón de la Fama. Pasó 46 años en la organización de Filadelfia y fue asesor de los últimos cuatro managers. Pese a su reputación de hombre duro, lloró en 2011, cuando su nieta Christina-Taylor Green, de 9 años, fue asesinada a tiros frente a una tienda en Tucson, Arizona, a donde había acudido para un acto con la legisladora federal Gabrielle Giffords. Seis personas murieron en el atentado a tiros perpetrado durante el encuentro de Giffords con sus representados.
"Yo debía ser un tipo rudo, pero no puedo serlo cuando ocurre esto", dijo Green en aquella época. Francona atestiguó el impacto que aquel crimen tuvo sobre Green. "Sé que cuando ocurrió aquello del tiroteo con su nieta, él quedó destrozado", afirmó. "Lo vi en un torneo de golf, hace aproximadamente año y medio, y uno podía decir que aquello se lo comió vivo. No sé si estaba enfermo, pero tal vez se encuentra más contento ahora". A Green le sobreviven su esposa Sylvia, cuatro hijos y cinco nietos.
AP