MADRID (Paola Núñez | ESPN Digital) — El Celta de Vigo dejó gravemente herido al Real Madrid al sacar una victoria por 1-2 en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey disputada este miércoles en el Santiago Bernabéu. Cristiano Ronaldo volvía a la titularidad en Copa del Rey después de dos años.
El '7'no jugaba desde el 15 de enero de 2015, cuando el Madrid fue eliminado en octavos de final por el Atlético de Madrid. Fue una vuelta gris. Aún en el papel estelar, como el único delantero de jerarquía en el terreno de juego, la presencia de Cristiano se notó, si acaso, en la urgencia por ser ese que decide y los berrinches al fallo. Cristiano fue el síntoma más visible del mal que aquejó al Real Madrid frente al Celta de Vigo.
Una mezcla rarísima entre las ansias por volver a ganar después de dos partidos dejando encaminada la eliminatoria, la frustración de saberse dominadores que no encuentran cómo sacar provecho a la posesión y el pánico a caer en el abismo. Ya son tres partidos sin ganar y esta vez la herida es de gravedad pues están a un paso de quedar eliminados de la Copa del Rey. De dar por fallida la misión de ir por el Triplete. El Celta quiso sorprender en el inicio dando algo de tarea a Kiko Casilla con un par de intentos que si no lo pusieron a temblar en ese momento, debieron servir de advertencia al equipo de Zidane. Los de Berizzo llegaban de una manera alarmantemente sencilla y sigilosa a su área. No escucharon y lo pagaron carísimo. El partido cayó pronto en un ir y venir sin consecuencias. El Real Madrid tuvo varias llegadas, pero durante 20 minutos sólo produjo una sucesión de centros fallidos; de Cristiano a Ramos (en una falta); de Kroos a Cristiano y de nuevo de Cristiano a Lucas.
Todos a destiempo y por tanto desperdiciados. Sergio no se vio realmente en aprietos hasta por ahí de la media hora, con un remate de Kroos que supo desviar a tiempo, y al final de la primera parte, cuando Casemiro probó suerte con un potente disparo desde fuera del área. Cristiano, el que venía a hacer de líder en ataque, desperdició las pocas que tuvo. Llegó a clavar un balón en la red, pero varios segundos después de que le pitaran un fuera de lugar; como para darse el gusto y nada más. No volvió a verse hasta que reclamó un penal con una histriónica caída después del roce de un rival que el árbitro no concedió. Los hombres de Zidane eran un quiero y no puedo cíclico y cada vez se le veía más angustiado. Y ni siquiera habían tocado fondo. Asensio, uno de los más peligrosos en el equipo merengue, pidió su cambio apenas iniciar la segunda mitad. Entró Morata, que como relevo suele funcionar a la perfección. Esta vez, sin embargo, sólo dejó a los suyos cojos en ataque.
El Celta aprovechó, entonces, que el Madrid no había terminado de acomodarse y que la defensa – como de costumbre – pululaba por cualquier lugar menos por el área de Kiko, para dar el primer golpe. Un contragolpe que dejó sembrado a medio Madrid, seguido por un centro de Bongonda que Marcelo, en un extravagante intento por desviar de tacón, puso a los pies de Daniel Wass. El atacante danés, completamente solo, remató a placer para poner el 1-0. Madrid salió en desbandada, guiados por Marcelo y su necesidad de resarcirse, y pronto sacó el 1-1 gracias a que el lateral brasileño aprovechó un oportuno rebote en la defensa. El empate no sirvió para calmar los nervios merengues, pues ayudaba más a los gallegos por el gol de visitante. Mucho menos para reparar su sentido de la seguridad. En las filas del Celta pasaba todo lo contrario.
Tenían en sus manos volver a casa con medio boleto a las semifinales e inmediatamente se lanzaron en su búsqueda. Un minuto después, Jonny devolvía la ventaja a la visita al batir a Kiko Casilla en un mano a mano después de colarse por la banda sin que Danilo opusiera la mínima resistencia. Los merengues, desesperados, buscaban corregir el curso.
También Zidane, que se quemó todos sus cambios al enviar a Kovacic y Benzema por Lucas y Danilo, que pagó los platos rotos al ser despedido con una sonora rechifla. Pero ni siquiera las modificaciones sirvieron para que el Madrid pusiera las tablas. Recuperaron el dominio del balón, pero no de sí mismos. Llegaban al área, pero sólo hubo un par de intentos serios y un sinfín de aspavientos de Cristiano ante las oportunas atajadas de Sergio.