A Russell Westbrook se le aprecia en Los Ángeles, pero una vez entra en materia, cuando suda la camiseta con el número cero a la espalda sobre la duela del Staples Center, el sentimiento generalizado es bien distinto.
El armador impone respeto, su juego agresivo y el excelente estado de forma que está mostrando en este inicio de temporada asusta hasta al más valiente y este miércoles la grada enmudeció cada vez que amenazó la canasta de Los Angeles Clippers, a los que vencieron 85-83 para hilar su cuarto triunfo consecutivo. Los dos únicos equipos invictos hasta el momento son el Thunder y Cleveland Cavaliers.
Si para Westbrook todo fue coser y cantar en los tres primeros juegos de la campaña (38.7 PPJ, 11.7 APJ y 12.3 RPJ) ante los Clippers tuvo que sudar mucho más, fallar lanzamientos (14-de-30 en tiros de campo y 0-de-7 en triples), fajarse desde con Blake Griffin (14 puntos, nueve rebotes y cinco asistencias) a Chris Paul (15 puntos, 11 rebotes y nueve asistencias) pasando por un Luc Mbah a Moute que no se separó de él en todo el partido; también tuvo que perder balones, y muchos (10 pérdidas) antes de alcanzar 11 puntos fundamentales en el último periodo.
Cerró su participación con 35 puntos, seis rebotes y cinco asistencias. Vaya partido, vaya inicio de temporada, qué manera de abrirse paso a canasta, cómo defiende. Westbrook es un jugador espectacular y lo volvió a demostrar ante unos Clippers que también habían ganado sus tres primeros encuentros. Nada pudieron hacer los CP3 y compañía ante un Thunder renovado con un líder en solitario que está disfrutando del placer de disfrutar. “Hacemos un buen trabajo defensivamente cerrando los partidos. Simplemente sigo para adelante pase lo que pase, me concentro en la próxima posesión. Es sólo eso”, afirmó tras la cita. Dice la palabra ‘sólo’ y se queda tan ancho. Como si fuera sencillo ser un jugador capacitado para encandilar a todos sus rivales y con el que Kobe Bryant soñó con compartir equipo.
Le respetan en la grada y también dentro de la duela. “Hay jugadores en la liga a los que les dejas hacer, pero Russell juega con tanta energía que puede anotar 100 puntos en en un partido”, sostuvo Doc Rivers. “Tienes que intentar frenar a Russell, pararle, intentar hacérselo difícil. Está dotado, juega con pasión, se divierte aunque luzca enfadado. Es divertido de ver pero no tanto de enfrentarse contra, pero al final adoras cómo juega”, prosiguió el coach de los Clippers.
En esta ocasión, el base del Thunder no alcanzó un triple doble como sucedió en los dos juegos anteriores, sin embargo, fue el encargado de marcar la diferencia en las últimas posesiones con varias acciones determinantes, incluida su última canasta a falta de 18 segundos para la bocina final. Qué sosiego, qué tranquilidad para guisar y comerse el plato delante de una fanaticada enfurecida. Como enfurecido lució Westbrook cada vez que celebró alguna de sus magistrales internadas con final feliz: golpeándose el puño contra el pecho y espetando palabras inteligibles pero apasionadas.
“Aquí estoy yo”, pareció decir a base de gestos. “Yo y solo yo”. Sin Kevin Durant. Hay rabia en Westbrook y apenas se suelta para hablar del que fue su compañero durante ocho temporadas y contra el que se medirá por primera vez desde que el alero partió rumbo a California. “Será un partido en el que intentaré jugar a mi máximo nivel y querremos llevarnos la victoria”. Westbrook es de esos jugadores que siempre parecen enfadados, pero que miden sus palabras con escuadra y cartabón. Lo suyo es más una cuestión de acción, y contra Durant en el Oracle Arena veremos su rabia elevada a la máxima potencia.
Por Gonzalo Aguirregomezcorta | ESPN