Tom Brady finalmente está listo para reírse del “Deflategate”. El quarterback de los New England Patriots, quien se vió forzado a ver los primeros cuatro partidos de esta temporada por presuntamente estar al tanto sobre la estrategia de su equipo para desinflar balones en la final de la Conferencia Americana del 2015, es la estrella de un nuevo comercial de Foot Locker y su “Semana de la Grandeza” que debutó este miércoles.
Dos simpatizantes ingresan a un restaurante tras haberse comprado las zapatillas y se preguntan en voz alta como será posible que la compañía de zapatillas pueda mantener su éxito. Brady los escucha y se despacha con un discurso que, eventualmente, se termina concentrando en él. “Simplemente porque algo sea genial año tras año no quiere decir que algo esté sucediendo”, Brady le dice al par de hinchas.
“¿Por qué no puede ser que algunas cosas simplemente sean espectaculares? Todo empieza con preguntas, y luego esas preguntas se convierten en suposiciones, las cuales se convierten en vacaciones. ¿Así que por qué tú querrías castigar a la Semana de la Grandeza por algo que nunca ni siquiera pasó? Foot Locker escribió el guión para Brady, y el mariscal de campo no dudó. “Nos gusta permitir que nuestros deportistas se rían de sí mismos, y la gente lo disfruta”, dijo Jed Berger, vicepresidente de marketing de la marca. “Nuestros fans y clientes quieren ver a estos atletas como seres humanos.
Yo no creo que nadie haya visto a Tom Brady como en esta propaganda”. Berger también remarcó que es importante que el comercial resuene ya que solo será visto por 10 días. Los comerciales de la “Semana de la Grandeza” de la compañía hace tres años se basaban en el concepto de que todo estaba bien con el mundo. Mike Tyson le devolvía su oreja a Evander Holyfield, Dennis Rodman sacaba un pasaje solamente de ida a Corea del Norte y Brett Favre finalmente sabía cuál era el momento justo para retirarse. También en un comercial del 2014, Derrick Rose llamaba por teléfono a Tim Duncan para contarle lo entusiasmado que él estaba por la semana y Duncan se entusiasmó lo más que pudo – o sea, no mucho.
Por Darren Rovell ESPN