BARCELONA (Jordi Blanco, ESPN) — Un penalti transformado por De Rossi a nueve minutos del final salvó en Turín el honor de Buffon, monumental y legendario portero de la Azurra que con un error inverosímil estuvo a punto de condenar a Italia a una derrota que, por otra parte, habría sido merecida. España mereció ganar pero no lo hizo por una jugada de esas que dan tanto que hablar. Penalti o piscina, la caída de Eder ante Sergio Ramos igualó el marcador y despertó a la Azzurra en el un rush final que no debe ocultar que España, hasta entonces, la llevó por el camino de la amargura en el Juventus Stadium.
El derbi del Mediterraneo no acabó de redondear la obra que se aventura en la nueva España, pero dejó un par de consideraciones a tener en cuenta: la Roja, con Lopetegui, ha recuperado el ánimo que pareció, o evidenció, perder en la última etapa de Vicente del Bosque; Italia echa en falta la pasión de Antonio Conte.
Hace cuatro meses, en París, la Azzurra firmó el acta de defunción de Del Bosque en un atropello que demostró el final de una era. España pasó con más pena que gloria por la Eurocopa y abrió el debate de la necesidad de un cambio profundo, que fuera más allá del banquillo. 'Menos toque y más fuerza' se llegó a proclamar, dando por muerto el juego de posesión, toque y posición que instaurado por Luis Aragonés convirtió a la selección en una continuación del Barcelona, en filosofía y títulos. Lopetegui, sin embargo, no traicionó la idea.
El nuevo seleccionador ha introducido sus variantes, ha cambiado caras en el vestuario y ha impuesto un mayor rigor táctico… Pero no ha abandonado las raíces. Al contrario, las ha devuelto al escenario y España vuelve a mandar a través del balón. Si en París la escuadra de Conte atropelló a la Roja con una intensidad y presión asfixiantes, en el Juventus Stadium no transcurrieron ni cinco minutos para descubrir que la mezcla entre el ánimo hispano y la timidez de Ventura iban a convertir el reencuentro en un monólogo.
A España le faltó acertar en el remate durante un primer tiempo a veces primoroso. Mantuvo una posesión del 73 por ciento, completó un 91 por ciento de pases y lanzó 9 saques de esquina por ninguno de Italia. Remató cuatro veces, dos entre palos (Iniesta y Piqué) y descubrió que la pareja Iniesta-Silva tiene aún mucho, muchísimo, que decir. No llegó el gol, quizá, porque en el último suspiro se le señaló un fuera de juego inexistente a Diego Costa. Pero devolvió el fútbol al escenario.
GOL, CALMA Y DECEPCIÓN
Necesitada de dar un paso al frente, Italia se sacudió el agobio en el segundo tiempo y, siendo dominada, no fue tan aplastada por la superioridad española, pero cuando a los 54 minutos falló Buffon pareció acabarse todo. El legendario meta de la Juve, en su partido 164 con la selección, salió al encuentro de Vitolo con la mala fortuna de poner mal el pie en el césped, o de botar lo mínimo y suficiente el balón… Que le superó para que el delantero del Sevilla marcase a placer.
El 0-1 se adivina definitorio por el control y calma de España, que tuvo oportunidades para sentenciar el partido, la más clara del propio Vitolo en un remate franco que cruzó demasiado. Con el paso de los minutos, rebajó su ímpetu el equipo de Lopetegui a la vez que Italia, lanzada por su hinchada, sacaba fuerzas del fondo del corazón para buscar un empate milagroso.
Quizá injusto pero nunca inesperado. Y éste llegó a nueve minutos del 90, cuando Eder buscó y encontró el pie de Sergio Ramos provocando un penalti que transformó De Rossi para evitar que la España de Lopetegui sumase el tres de tres como seleccionador. Revolucionada, Italia buscó el remonte que estuvo cerca en un gol anulado y un remate cruzado en un final eléctrico con el que pretendió borrar 75 minutos de otra película distinta. A España le supo a poco al final el punto, valiosísimo, con el que se fue de Turín. Pero, por encima del punto, del resultado, dejó algo muy visible. La Roja está de vuelta.
