VIGO (Jordi Blanco, ESPN) — Ter Stegen arruinó el ánimo del Barcelona y condenó al campeón a una derrota cantada desde el primer tiempo, cuando el Celta le revolcó en 11 minutos mágicos, para enterrarle a 13 de la conclusión con el error postrero y gravísimo del portero alemán. El Barça se trabajó a conciencia la derrota. Apareció sobrio en Balaídos y dispuesto a explicarle al Celta que lo del año pasado había sido un accidente irrepetible…
Pero se hundió en la miseria de una manera cómica en cuanto Pione Sisto aprovechó la primera cantada. A los 22 minutos un mal saque de Ter Stegen, una pérdida de Busquets y un despiste, otro, de Alba permitió a Sisto marcar el 1-0 con un disparo cruzado ante el que, quizá, pudo hacer más el portero alemán. Buscando la manera de reaccionar, con rabia pero sin fútbol por cuanto el Barça era un equipo roto, al campeón le cayeron en un abrir y cerrar de ojos otros dos goles, dos puñaladas, por medio de Aspas y Mathieu, quien se remachó un centro envenenado de Wass. Ver para creer.
El vuelo del Celta era el arrastre del Barcelona, incapaz de ofrecer nada y que obligó a Luis Enrique a llamar a Iniesta, pidiéndole que saliera en el segundo tiempo a cumplir sus 600 partidos rescatando a un equipo terriblemente herido. Y ocurrió lo impensable, con Iniesta al mando junto a Busquets, mejor acompañado que en la primera mitad, para que, aprovechando la fatiga del Celta, el Barça se fuera arriba. Piqué marcó el 3-1 a los 58 minutos y en plena ofensiva desatada sufrió penalti André Gomes para que Neymar, a los 64, lograse el 3-2. Aún faltaba un mundo para que se decidiera el partido…
CONDENA Y PENITENCIA
El Barça, sin cuartel, sin nada a perder, se iba con todo, con Piqué en modo líder jugando en cualquier posición ofensiva buscando el empate que diera paso a un sueño… Y llegó la pesadilla. Una cesión a ter Stegen provocó el gol más cómico imaginable, al querer el alemán hacer una vaselina desde su área pequeña a Pablo Hernández, quien casi sin querer marcó de cabeza el 4-2 que a 13 minutos del 90 parecía sentenciar definitivamente el encuentro. Derrumbado y desencajado, el Barça estaba hundido en la miseria a la que le condenó el meta germano…
Pero si algo le queda a este Barça, con o sin Messi, con o sin juego, con o sin brillantez, es orgullo y determinación. Y con ese orgullo, y Piqué al mando, se fue otra vez a buscar lo imposible. Logró de cabeza el central el 4-3 en el 87 y buscó hasta la extenuación el 4-4, rozándolo nuevamente Gerard en el 92, cuando ya el partido estaba en su alargue. El Barça acabó perdiendo, por segundo año consecutivo, en Balaídos víctima de Ter Stegen y, también, de un derrumbe fatal en la primera mitad. Y en esa derrota se entiende la penitencia para el grupo de Luis Enrique. Los errores condenaron al Barça a una derrota en un partido enorme, jugado sin cuartel. Es el futbol.