MADRID (Paola Núñez, ESPN) — Álvaro Morata rescató al Real Madrid de un atasco para darle la victoria por 2-1 sobre el Athletic de Bilbao y con ello el liderato en la Liga. La apuesta del Madrid por no complicarse demasiado la vida estuvo a punto de ser el motivo de su naufragio. El plan era simple; dejar que los portentos en ataque, Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo resolvieran el partido de un chispazo y prestar el balón lo menos posible, aunque por momentos no sepan bien a bien qué hacer con él.
Un cambio de juego largo de Toni Kroos para el que llegue por la banda derecha, desde Isco a Dani Carvajal, un centro, y que alguno de 'los tres de adelante' resuelva a base de talento y después rezar para que las pérdidas de balón no pillen a la defensa mal colocada. Así llegó el gol tempranero de Karim Benzema. Un disparo desde la frontal después de que Isco sentara Saborit de un regate para ponerle el centro perfecto. Y vuelta a empezar. Real Madrid siguió buscando a Iraizoz con la misma fórmula, aprovechando que el lateral bilbaíno se veía desbordado.
Pero el Athletic no estaba por la labor de permitir una goleada en contra como la que anunciaban las galopadas blancas y decidió cerrar filas en defensa con Laporte de apoyo al lateral y la media empleándose con dureza. Con paciencia y orden, los vascos empezaron su oportunidad para devolver el golpe. De pronto ya no era tan fácil llegar para los de Zidane. Kroos y Kovacic se veían enjaulados constantemente mientras a Bale, por mucho el hombre de ataque en mejor forma y que se había estado colando por donde quería, no podía más que buscar acercarse una que otra vez por izquierda para poner servicios sin mucho éxito. La creación de juego del Madrid se limitaba a Isco peleando sólo contra el mundo.
Mientras tanto, las cada vez más frecuentes pérdidas de balón hacían temblar al Bernabéu, que conoce bien la fragilidad de su zaga. Antes de que se cumpliera media hora rindió frutos la apuesta a la contra del Athletic rindió frutos aunque no sin ayuda de un escandaloso descuido de los defensas locales, que en su infinita inocencia se fueron en banda a tapar a Eraso tan sólo para ver cómo le cedía el balón a Sabin Merino, que llegó completamente solo desde atrás para fulminar a Keylor con un potente disparo frontal. Los de Valverde juntaron aún más sus líneas para cerrar espacios, algo mortal para un equipo con gran talento en nómina, pero nula estrategia. Madrid tardó en salir del atasco, pero no tenía más para ofrecer que un errático bombardeo masivo. Y empezaron los abucheos que aumentaron con cada disparo fallido. Pero el más sonoro de todos lo dedicaron a Zidane como reclamo por cambiar a Isco, lo mejor de su equipo hasta el momento.
El ambiente se tensaba cada vez más, pues el Madrid estaba dejando escapar una oportunidad de oro para cerrar la jornada como líder aprovechando el descalabro del Atlético. Ya en la desesperación, Zidane envió a Morata en lugar de Benzema. Y fue el atacante suplente el que lo salvó. Una mala atajada de Iraizoz a un cobro que Morata aprovecha para poner el 2-1. Orden restablecido, en parte. Ya no eran los blancos los destinatarios de los silbidos, sino los rivales – Raúl García, antiguo soldado de Simeone, en particular – y dejaron en paz hasta a Cristiano Ronaldo, que no marca en casa desde mediados de septiembre y no los tiene muy contentos que digamos. Pero algo quedaba en el ambiente.
Ese terror a que Iñaki Williams, en una de sus escapadas tuviera a bien a atinar el tiro y no mandarlo a las nubes, o que Keylor tardara en reaccionar. No sucedió. El vasco no tuvo para más después de que el tico se luciera con una gran atajada a su enésimo tiro cuando parecía que les arrebataban esos dos puntos caídos del cielo.
