BARCELONA — El Borussia no perdía en Mönchengladbach desde enero y el Barcelona no ganaba en Alemania desde 2012. Y al descanso del primer enfrentamiento oficial de su historia, el 1-0 con que vencía el equipo germano no invitaba precisamente al optimismo.
El Barça sufrió para ganar pero acabó por romper su mala racha en Alemania, donde acumulaba tres partidos sin hacerlo, a través de las modificaciones de Luis Enrique y de conseguir demostrar que, ausente Messi, el colectivo está, por encima de Neymar, obligado sin excusas a dar un paso al frente. Dos derrotas en Munich frente al Bayern y un empate en Leverkusen eran una carta de presentación suficiente como para esperar un partido especialmente complicado.
"Es un equipo muy fuerte y animoso. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos porque hacía mucho tiempo que no perdía en casa", convino Piqué al terminar el choque, avisando que por encima de cualquier pronóstico el vestuario azulgrana conocía de antemano a qué se enfrentaba.
El 0-5 en Gijón dio a pensar que quizá la apuesta del entrenador en reforzar el banquillo provocaría que el Barça dejara atrás esa dependencia que siempre se le contempla de Messi, pero en Mönchengladbach, durante muchos minutos, la ausencia del crack argentino despertó las dudas.
"Ha sido muy difícil pero hay que destacar que tampoco nos han creado muchas ocasiones. Ya en la primera parte hemos tenido tres o cuatro oportunidades y ellos han aprovechado la única; después hemos cambiado el posicionamiento, la gente que ha entrado ha estado muy bien y nos hemos llevado el partido", resumió Luis Enrique, satisfecho por el triunfo en un análisis con el que admitió que debió cambiar el dibujo y el planteamiento inicial. Y es que el técnico apostó por variar el dibujo en el comienzo, recolocando a Neymar en una decisión que desembocó en no pocos problemas de combinación, con la presión rival y la falta de frescura que, por fuerza, ponía en el escenario a quien no estaba.
No estaba Messi, el jugador, el jefe, a través de quien arranca el futbol ofensivo del Barcelona, y el desequilibrio de Neymar no fue suficiente para que el equipo impusiera sus galones. Sin Messi el Barça precisa crecer coralmente y eso es lo que hizo con los cambios. Con los sustitutos (Rafinha y sobre todo Arda) que demostraron la fortaleza de la plantilla y, también, con la variación del esquema de Luis Enrique, quien al final consiguió aparcar, al menos en el resultado, el temor por la ausencia de Leo.
Por Jordi Blanco | ESPN