Río de Janeiro, Brasil. La criminalidad no es un fenómeno nuevo en los Juegos Olímpicos, pero en Río de Janeiro ha adquirido proporciones inquietantes con la multiplicación de robos y agresiones cerca de los lugares de competición. Los periodistas, en especial fotógrafos y camarógrafos, pagan un alto precio desde hace una semana con la desaparición de sus costosas cámaras y objetivos en las oficinas de la prensa acreditada, en el centro de la ciudad, en los autobuses o incluso en los estadios.
Los cariocas están acostumbrados, pero menos los visitantes extranjeros, conmocionados también por la muerte de dos personas a tiros cerca del estadio de Maracaná en la noche de la ceremonia de apertura. La historia de Brett Costello, fotógrafo de News Corp, ha sido una de las más comentadas.
El australiano sufrió el robo de material valorado en varias decenas de miles de dólares. Luego pudo reconocer a su ladrón, unos días más tarde, llevando su chaleco de fotógrafo acreditado a los Juegos de Río-2016.
“Conozco mi número, los chalecos llevan siempre uno. Si alguien llega con el mío, el que me han robado hace dos días, hay un problema, ¿no?”, contó a la página web del diario The Australian. El vídeo del robo, filmado por las cámaras de seguridad, fue publicado en la web del Daily Telegraph australiano. Se ve en él una maniobra a tres: una mujer que desvía la atención, un hombre que se va con la bolsa y un tercero que orienta a la víctima en pánico hacia un rumbo diferente al que tomó su cómplice.
- Incluso un ministro extranjero -
La Agencia France-Presse (AFP), que cuenta con un espacio de 700 metros cuadrados en el Centro de Prensa Principal (MPC) del Parque Olímpico, para 180 personas acreditadas, ha sufrido varios robos en sus instalaciones. Uno de ellos fue captado por las cámaras de vigilancia. Las imágenes mostraban a un hombre y una mujer huyendo con una maleta llena de material y, aquí también, con un chaleco numerado oficial.
“Evidentemente, alertamos a las autoridades. Hay un problema de seguridad, algunas personas consiguen entrar en las instalaciones y los autobuses de la organización sin acreditación”, lamenta Eric Baradat, jefe de operaciones del departamento de fotografía de AFP. Pero la prensa no es el único objetivo. Varios deportistas chinos se quejaron de robos. Shi Dongpeng, especialista en los 110 metros vallas, explicó a un medio estatal que le habían robado la computadora. “Perder dinero me evitará tal vez tener más problemas después”, comentó con con filosofía. También hubo robos a la delegación danesa en la Villa Olímpica, que fueron despojados de “teléfonos e iPads e incluso sábanas”.
Ni las autoridades están a salvo de una visita indeseada. El ministro de Educación de Portugal, Tiago Brandao Rodrigues, fue atacado el sábado en Ipanema, uno de los barrios más conocidos y turísticos de Rio.
- El COI no se arrepiente -
Según el diario Extra, el ministro fue agredido y amenazado con arma blanca hasta que entregó el dinero, su teléfono móvil y una bolsa. Es difícil esperar una mejora radical de la situación. Rio es una ciudad tristemente célebre por su alta criminalidad, en la que una cierta riqueza convive con la inmensa pobreza de las favelas, que representan un 20% de la población de la ciudad. Mark Adams, portavoz del Comité Olímpico Internacional (COI), afirmó que no lamentaba la elección de Brasil. “Estas cosas pasan en la calle, desgraciadamente, y es terrible”, afirmó al ser preguntado por la agresión a dos remeros australianos. Para el COI es importante que los Juegos Olímpicos puedan explorar nuevos territorios y que Sudamérica pueda celebrar los primeros de su historia. “Es importante que los Juegos Olímpicos no sean únicamente un pequeño club europeo o estadounidense. Tienen que extenderse por todo el mundo”, afirmó.
AFP