MADRID — Con goles de Cristiano Ronaldo, que llegó a 90 tantos en Champions, y James Rodríguez, Real Madrid venció por 2-0 a la Roma para avanzar a cuartos de final con un global de 4-0. Francesco Totti, ovacionado por el Bernabéu, jugó 20 minutos para despedirse de la competencia. La Roma tenía más idea de juego que el Madrid. Era el que estaba obligado a remontar un 0-2 en contra, lo que significaba irse con todo al ataque sin perder de vista a Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Casi nada.
Hasta el entrenador Luciano Spalletti reconoció en la víspera que estaba "pidiendo lo imposible" a sus jugadores. Y de no ser porque a Salah le falta técnica para golpear el balón y a Dzeko, puntería, Real Madrid estaría dando por terminada su temporada. Resultaba difícil quitarle el balón al Rea Madrid, que sólido y equilibrado en la media, controlaba el esférico.
El rival traía bien trazada la ruta y estudiadas las debilidades defensivas de los merengues y producía más con mucho menos, pero de nada sirve tener un plan cuando no hay quien ejecute y resuelva con eficacia los mano a mano.
Esa vieja costumbre de quedarse con la espalda descubierta mientras el equipo entero se suma al ataque, además de arriesgada, deja muy mal parados a los defensas de Zidane, sobre todo a Sergio Ramos, que tomó decisiones cuestionables cuando menos obligando a Pepe a cubrir su zona como hábito y no como emergencia. Abusando del desorden de la central, que abandonó a Keylor, Salah emprendió la carrera a la contra y sirvió para Dzeko, solo frente a Keylor.
El bosnio no supo que hacer con el balón y falló la mejor situación de gol para la Roma de todo el partido. Después falló Salah, que se había vuelto un dolor de muelas para la defensa blanca gracias a su velocidad pero le pegó fatal. En Madrid funcionaba la media y Bale en ataque, pues cuando juega en su banda, la izquierda, puede ser tan desequilibrante como letal y más con Marcelo de apoyo. Hicieron ver su suerte a Florenzi, que no podía más que respirar con alivio porque encontrar un rematador les costó un mundo.
De tal manera que la mayoría de los disparos merengues de la primera parte llegaron de las botas del brasileño desde fuera del área. Cristiano Ronaldo, incómodo como centro delantero, daba una actuación más pobre que brillante -mano a mano fallado y varios disparos desviados incluidos- durante una hora. Hasta que Bale abandonó la cancha y pudo moverse a la banda. Tardó cuatro minutos en sentenciar la eliminatoria.
Un derechazo, pegado al poste, que puso el 3-0 global y elevó su cuenta personal a 90 tantos marcados en la Champions League. Festejaba Ronaldo mientras la Roma se vaciaba de esperanza y energía. Quedaba claro que volverían a casa con las manos vacías. El espíritu de lucha abandonó a los de Spalletti, que aún aturdidos por el gol de Cristiano, vieron a James marcar el segundo de la noche con 22 minutos por delante.
El colombiano, que durante el partido entero había sido el eje de la creación de juego merengue, necesitaba liberar tensión y congraciarse con la afición tanto o más que Cristiano, resolvió a la perfección después acompañar en la carrera al luso, que le dejó el balón para que finalizara la jugada.
La Roma pasó de rival a testigo presencial. Se dio por vencido hasta Spalletti, que inmediatamente después envió a Francesco Totti en lugar de El Shaarawy. El Bernabéu se puso en pie para recibir a la leyenda viva, que se disponía a disputar los últimos 20 minutos europeos de su carrera. En la cancha, los locales lo dejaron hacer. Hasta Toni Kroos le permitía avanzar un par de zancadas con balón controlado -siempre y cuando no atravesara su mitad de la cancha- y por ahí hasta forzó a Sergio Ramos a intervenir en un disparo desde fuera del área que, por lo demás, no llevaba demasiado peligro.
Por Paola Núñez ESPN