BARCELONA (Jordi Blanco / ESPN ) — Frío en el ambiente, el fútbol y los malos modos calentaron uno de los derbies más intensos de los últimos años en el Camp Nou. El Espanyol quiso soñar… Y Messi le despertó de sopetón, dirigiendo una remontada que acabó en goleada y que deja al Barcelona en puertas de una clasificación evidente. Con nueve jugadores en el campo por las expulsiones de Hernán Pérez y Diop, el Espanyol acabó rendido a la superioridad y evidencia. Furioso e impotente el equipo blanquiazul ante la superioridad de un Barça que acabó más preocupado en no caer en una auténtica batalla campal que otra cosa.
El Espanyol trasladó la intensidad de Cornellà al Camp Nou y el Barcelona, avisado por lo sucedido en el partido de Liga, no se tomó las cosas con tanta calma, sino que salió al césped en disposición de poner sobre el tapete, desde el primer instante, su papel. Pero a la precipitación y prisa azulgrana respondió con gallardía el equipo de Galca. Y con valentía. Y entre una cosa, la otra, la suerte… Y Dani Alves, llegó el 0-1 que trasladó una sensación de incomprensión en la grada, donde se recibió como un mazazo el requiebro y golazo de Caicedo.
Vivió sus minutos de gloria el Espanyol frente a un Barcelona tocado en la moral y extrañado de sufrir ese golpe bajo. Pero, claro, ahí estaba Messi y con Leo en el campo nada se puede dar por supuesto. Más aún si le dan facilidades cuando se acerca al área esperando una combinación con Iniesta, el héroe anónimo de la noche y que le sirvió el pase del 1-1, aprovechando el despiste de Javi López en el marcaje, que le permitió igualar en un santiamén. La noche de gloria periquita se tornó pesadilla entre el final del primer tiempo y el comienzo del segundo.
Primero con la lesión de Caicedo, que rompió los esquemas de su entrenador y ofreció paz a un nervioso Mascherano, y después con el 2-1 marcado, otra vez, por Messi, a través de una falta directa que se coló casi por el centro de la meta, precipitado en su estirada Pau López. Y apenas comenzar el segundo acto, una combinación entre Iniesta y Messi acabó con centro raso y gol a placer de Piqué. El 3-1 que dejaba las cosas en su sitio. Aunque la pesadilla y dolor blanquiazul no hizo más que comenzar a partir de ahí. En un partido duro, brusco y hasta desagradable sin necesidad, el Barça se diría que hasta le perdonó a un Espanyol que en tres minutos se quedó con dos jugadores menos por la expulsiones de Hernán Pérez y Diop. Con un cuarto de hora todavía por delante.
El equipo de Luis Enrique se centró en la tranquilidad y en intentar no caer en varias de las provocaciones del rival, por encima de todo de un Pau López que mereció ser expulsado, tras pisar de forma indigna a Messi sin necesidad ninguna. El castigo, quizá cruel, para el Espanyol lo redondeó a los 88 minutos Neymar. Aprovechando una asistencia, evidentemente, de Leo Messi, quien no precisó exhibirse para demostrar su consideración. El derbi en la Copa quedó sentenciado en su primer asalto. Tal y como pidió en la víspera Luis Enrique.