Hasta 2016 ningún refugiado podía participar en los Juegos Olímpicos aunque estuviera clasificado desde el punto de vista deportivo, ya que, con su condición de refugiados, se quedan sin un país de origen y sin un Comité Olímpico Nacional que representar. Pero el próximo verano en Río tras una resolución aprobada por 180 de los 193 estados miembros de la ONU los atletas refugiados sin país de origen podrán competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016 bajo la bandera y el himno olímpico.
Thomas Bach, presidente del COI, confirmó hace unos meses que "los refugiados van a tener un hogar junto con todos los otros 11.000 atletas de 206 Comités Olímpicos Nacionales en la Villa Olímpica". Y entre esos 11.000 pueden estar Popole Misenga y Yolande Mabika, quienes huyeron de la República Democrática del Congo e iniciaron una nueva vida en Brasil. Proceden de Bukavu, al este del país, una de las zonas más afectadas por la Segunda Guerra del Congo (1997-2003) que dejó más de cinco millones de muertos y otros tantos de personas sin hogar.
De los 8.500 refugiados en Brasil, Misenga y Mabika son los únicos que tienen la oportunidad de competir, según la organización benéfica católica Caritas, que proporciona apoyo a los refugiados. Los dos practican judo y entrenan duro para conseguir los resultados que les permitan participar en los JJOO, algo que tienen al alcance como demostraron en el Campeonato Mundial de Judo 2013 en Río. Entonces no conocían el idioma ni la ciudad y participaban sin un entrenador mientras se sucedían las muertes en las calles de su país al repuntar brotes de violencia.
En una entrevista para 'The Guardian', Popole Misenga recuerda que huyó de su país después de la muerte de su madre y la desaparición de su hermano. Aún no se explica "cómo pude seguir vivo cuando tantas personas estaban muriendo a mi alrededor". Recuerda que "incluso en Kinshasa (la capital de la República Democrática del Congo) los militares de nuestro país solo hacen una cosa: matar. He visto demasiada guerra, demasiada muerte. Yo no quiero entrar en eso. Quiero estar limpio, así solo quiero hacer deporte". Yolande Mabika, se quedó sin familia, trabajo ni hogar en la República Democrática del Congo antes de buscar asilo en Brasil. Todavía no ha conseguido el dinero que le permita vivir en una casa y depende de la hospitalidad de los brasileños.
"Añoro a mi familia, a mi madre y a mi hermano. No tengo noticias de ellos. Nadie me dice nada. Es tan triste…" lamenta la judoka. Entrenan con Brasil, pero representan a millones de refugiados Después de estar más de dos años sin entrenar, han retomado la actividad junto a la selección brasileña de judo. Entrenan en el Instituto Reação en Jacarepaguá, al que tardan unas dos horas en llegar y otras dos horas en volver, a las órdenes del veterano Geraldo Bernardes. El entrenador explica que al principio no conocían las diferencias entre competir y entrenar. Siempre iban al máximo porque en su país cada vez que perdían un combate eran encerrados en una habitación como castigo. "Nuestros chicos ven que son seres humanos que merecen nuestra atención y nuestro apoyo, independientemente de su color, credo, religión y nacionalidad.
Estamos aquí para ayudar y ser todos hermanos", explica. Tanto Misenga como Mabika tienen claro que pelearán por estar en los JJOO para representar a todas las personas que a día de hoy no pueden defender un país. "No puedo luchar por mi país. Voy a luchar por los Juegos Olímpicos.
Voy a luchar por todos los refugiados en el mundo, para defender a todos los refugiados en el mundo ", dice Mabika. Misenga sueña con que los JJOO sirvan para volver a ponerse en contacto con los seres queridos que dejó en su país. "Si mi familia me ve en la televisión, que alguien les dé mi número o lo que necesiten. Solo quiero volver a hablar con mi padre y mis hermanos algún día. Si yo participo en los Juegos Olímpicos, creo que va a cambiar mi vida". Su meta es clara: "Yo represento a todo el mundo. Voy a conseguir una medalla para todos los refugiados".
Por Víctor Gil La informacion