Poco antes de que las cámaras de televisión cerraran sus lentes, se pudo escuchar la voz de Rancés Barthelemy (24-0, 13 KO) expresando un deseo profundo: "ahora que tengo el segundo, vamos por tres, por cuatro…''. El segundo no era otro que ese título que a sangre y fuego le había arrancado al ruso Denis Shafikov (36-2-1, 19 KO) por decisión unánime para convertirse en el nuevo campeón ligero de la Federación Internacional del Boxeo.
Su triunfo es el primero de cuatro púgiles de la mayor de las Antillas que suben entre el viernes y el sábado, pues ahora restan los combates de Luis Ortiz, Yuniesky González y Yuriorkis Gamboa en Verano, Nueva York.
"Esta victoria se la dedico a los miles de cubanos varados en Costa Rica'', expresó Barthelemy en el cuadrilátero del Casino Palms, en Las Vegas. "Que este título mío sirva para estimular a mis compatriotas, para volver a tener más campeones del mundo y destrozar algunos mitos por ahí de que no podemos batallar cuando es preciso''.
Esta pelea, sin duda, fue más que una simple batalla. Barthelemy, quien ya había ganado una faja en las 130 libras, enfrentó en Shafikov al rival de mayor calado en su carrera profesional y supo salir airoso de un vendaval educado en las montañas de Big Bear bajo las órdenes del reconocido entrenador Abel Sánchez, el hombre que ha hecho grande a Gennady Golovkin, entre otros.
Ganador con el cubano Sullivan Barrera hacia apenas una semana, Sánchez había instruido a Shafikov que trajera todo su fuego encima de Barthelemy para quebrarle su boxeo y, especialmente, su voluntad. Y muy cerca estuvo de lograrlo cuando Barthelemy cayó, al menos en los primeros asaltos, en la trampa del cuerpo a cuerpo y de golpes cortos y secos que Shafikov desencadenó como una lluvia interminable.
Después de un primer asalto prometedor, Barthelemy equivocó el plan de pelea, cedió las ventajas en estatura y alcance, metiéndose de manera peligrosa en la zona de impacto de su oponente y desubicándose en el importante juego de piernas. Si algo tuvo rescatable este intermedio del combate para el cubano fue la prueba de tenacidad y resistencia mostradas que le permitieron, poco a poco, capear el temporal y comenzar a inclinar la balanza a su favor.
Mientras Sánchez se afanaba en remendar una herida inquietante encima del ojo de Shafikov, en la otra esquina el técnico cubano Ismael Salas profería alguna que otra mala palabra, acentuando el sentido de urgencia. Todavía cuesta creer la manera en que Barthelemy enmendó la plana y retornó al uso del jab y de movimientos circulares que desconcertaron a Shafikov, especialmente en los llamados rounds de campeonato.
Un juez otorgó una votación de 119-109 y los otros dos entregaban las suyas con cifras idénticas de 116-112 que acreditaban a Barthelemy como campeón del mundo por segunda vez. Ahora queda por ver si puede ir por "tres, cuatro…''.
Por Jorge Ebro