Armando Capiró, el Toletero de Santiago de Las Vegas
Por Fernando Rodríguez Alvarez ferna.rodriguez74@gmail.com
Armando Capiró Laferté, El Toletero de Santiago de Las Vegas es merecedor de varios homenajes por su calidad dentro y fuera del terreno. Atleta de origen humilde que puso bien en alto el nombre de la tierra que lo vio nacer. Armando es a nuestro entender el más grande pelotero de posición y bateador que ha dado Ciudad Habana en todas las Series Nacionales. Sí, con el mayor respeto a otros estelares que pudieron lograr la longevidad deportiva pues jugaron al menos 17 temporadas, la mayoría beneficiados por el bate de aluminio y una pelota viva. Decimos más: Capiró es uno de los diez mejores bateadores, sluggers y peloteros de Series Nacionales.
En Cuba como en ningún otro país se da el caso de que las estadísticas son a veces frías, Capiró es un fiel ejemplo pues los números no reflejan la grandeza de ellos en su época. Por eso los dejo con el poder al bate, la sencillez, calidad humana y fuerza en el brazo de Armando, conocido como El Pichi en su pueblo, Santiago de Las Vegas. El por siempre legendario número 9 de los equipos capitalinos y de la Selección Nacional de Cuba fue autor de buena parte de los jonrones más largos que se dieron con bate de madera desde finales de los años 60 hasta 1977, en que se implantó el bate de aluminio para plácemes de bateadores y terror de los pitchers. Con ese artefacto mortífero también brilló, aunque en solo tres temporadas porque su carrera vio fin repentino cuando tenía 32 años.
Pero si Armando Capiró hizo historia por su mortífero bateo, también por la fuerza de su brazo desde edades bien tempranas. Gracias a ese brazo con una velocidad aterradora incursionó en el arte de lanzar con buenos resultados en las categorías inferiores. Dotado del mejor brazo que ha habido en el jardín izquierdo cubano después de 1959. También jugó en el resto de los files. Armando Capiró Laferté y sus hazañas, jonrones y tirazos desde los jardines, eran punto y aparte, era especial. Crecí con la leyenda de Armando, el pelotero más popular de la capital de todos los cubanos y uno de los más admirados en el país. La gente iba al Latino solo para verlo jugar, era particularmente un ídolo para los niños de mi generación y de otros mayores.
Hablo del jardinero que con su potente brazo ponía la bola de strike en tercera base desde el ángulo del right field con la raya de foul de esa zona del terreno o la ponía de aire en el home desde lo profundo del jardín izquierdo. Sin dudar dotado de uno de los brazos más efectivos y poderosos. Durante la mayor parte de su estancia en el equipo Cuba, fue su cuarto bate hasta que le dio paso en ese turno al Señor Jonrón, Pedro José Cheíto Rodríguez. Capiró pasó a ser el tercer hombre en el Line up cubano, o sea, el más completo, en una época que era una verdadera trituradora la tanda antillana. Desde un inicio en Nacionales llamó la atención de todos por su estatura, poder al bate y fortaleza en su brazo de tirar.
Eran años de pocos equipos y juegos, gran pitcheo, pelota muerta y bates de madera de muy mala calidad. Por todo eso Capiró impresionó, fue madurando de forma paulatina y en pocos años ya estaba en el estrellato y ante las puertas del equipo Cuba, máxima aspiración de los peloteros del béisbol jugado en Cuba después de 1961. En esa época conformó como cuarto bate la legendaria Tanda del Terror de los equipos capitalinos de finales de los 60 y principios de los 70. Después, Armando Capiró fue miembro ilustre del no menos terrorífico trío que hacía junto a Agustín Marquetti y Pedro Medina.
Sin embargo, existe el mito, la falsa creencia que esos tres sluggers jugaron siempre juntos. Esto es totalmente falso, pues a lo largo de la década del 70 hubo varias estructuras y la Habana llegó a tener tres equipos en la Nacional y dos equipos en las Selectivas. En Selectivas siempre estuvieron juntos los tres y machacaron al pitcheo rival en esas lides de 1975 a 1980. En esa década solo fue superior a ellos como trio a partir de 1977 el que conformaron Muñoz, Cheíto y Héctor Olivera.
En lides nacionales acaparó varias coronas individuales. Fue un bateador que, a pesar de ser en su época un slugger, era de muy buenos promedios ofensivos, caracterizándose en ser un corredor rápido entre las bases, a pesar de su corpulencia y gran estatura de seis pies y tres pulgadas; lo acredita la buena cantidad de triples que acumuló en su fructífera pero corta carrera. Por eso fue líder en departamentos tan disimiles como los jonrones, hits y triples en varias temporadas. Nunca se borrará de la historia ni de la mente de nuestros aficionados, que fue el primer bateador en dar más de 20 jonrones en un campeonato nacional. En 1973 disparó 22 cuadrangulares y así rompió el récord de 19 jonrones en poder de Agustín Marquetti desde 1969. El récord de Armando Capiró fue en solo 78 juegos y todavía con bate de madera. Como dato curioso los jonrones 19 y 20 con que empató y rompió la marca de Marquetti fue frente al equipo Constructores donde militaba El Toletero de Alquízar.
Ese año Capiró también encabezó las carreras impulsadas con 74 y estuvo a punto de lograr la ansiada triple corona de bateo. No por gusto Armando fue seleccionado el Jugador Más Valioso de campeonato. Por su actuación nacional e internacional ese año fue elegido entre los diez atletas más destacados de Cuba y América Latina. Su marca de 22 cuadrangulares fue rota por Pedro José Rodríguez en la Selectiva del 78 con 28 jonrones en 60 juegos y pitcheo más fuerte, aunque con el bate de aluminio, única ventaja que gozó a diferencia de Marquetti y Capiró.
En Nacionales propiamente no fue hasta 1985 que Lázaro Junco lo pudo superar con 24 jonrones en 75 partidos, también con aluminio. Con la madera (unos bates absolutamente superiores a los de antaño) en contadas ocasiones han superado su marca y ha sido en campeonatos de 90 juegos. Dentro de Ciudad Habana no fue hasta el 2011 que el industrialista Alexander Mayeta superó la marca de Capiró cuando dio 27 jonrones, aunque en 90 partidos, mucho mejor bate, pésimo pitcheo y bola súper viva. Anteriormente, pero en la XIV Serie Selectiva de 1988 defendiendo los colores de Ciudad Habana, Antonio Sarduy dio 24 bambinazos. Capiró fue también el primer pelotero en llegar a los 100 jonrones en Series Nacionales.
Esto ocurrió el 16 de marzo de 1977, ya con bate de aluminio. Fue el toletero que más jonrones acumuló con bate de madera con un total de 97 en 11 Nacionales y 2 Selectivas, sin contar los 4 que dio en la Serie de los Diez Millones que después, en 1988, se le incorporaron a su haber histórico y contraproducentemente le hizo caer de los 300 de average y los 500 en el slugging. Capiró fue el mejor jonronero y bateador de Cuba hasta 1975, del 76 en lo adelante fueron Muñoz y Pedro José, pero Capiró estaba siempre en gran bregar ofensivo haciéndoles competencia.
Armando Capiró fue líder en dobles en la Selectiva del 76, empatado con Muñoz. En ese campeonato había empezado mal a la ofensiva pero tanto levantó en la segunda mitad de la Selectiva que, además de su liderato en dobles y su buena ubicación en otros departamentos ofensivos, fue factor inspirador y puntal para que los marrones de Habana se irguieran como campeones bajo las orientaciones del manager Roberto Ledo.
En 1979 estaba rindiendo una gran temporada, tan buena como la del 73. Ya se había adaptado al aluminio con creces y le hacía competencia a los dos más grandes rompe cercas y bateadores del momento: Pedro José Rodríguez y Antonio Muñoz. Armando Capiró fue líder en dobles en la Nacional 1978-1979, empatado con su coequipero y primo Jorge Beltrán Laferté, y Lourdes Gourriel. Además de terminar entre los primeros bateadores, fue segundo en jonrones con 17 en fuerte porfía con Cheíto Rodríguez que dio 19. Ambos terminaron empatados en primer lugar con más bases recorridas con 127, aunque Cheíto tuvo mejor slugging por menos veces al bate, Capiró fue el sublíder en ese departamento y primero en extrabases.
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En ese campeonato dio por única vez en Series Nacionales tres jonrones en un juego, el 26 de diciembre frente al representativo de Provincia Habana en “el Coloso del Cerro”. En la selectiva el 78 -el 18 de abril, frente a Las Villas, a la postre campeón, en los predios del Latinoamericano- durante el octavo capítulo Don Armando largó inmensos estacazos por el jardín central. Así convirtió el estadio en un manicomio y empató la marca de dos jonrones en un inning, cuarto en lograrlo. En la V Serie Selectiva iba al frente de los bateadores, carreras anotadas y era tercero en jonrones con 12 detrás de Pedro José y Muñoz, quien acumulaba 148 bambinazos en su carrera después de varios campeonatos persiguiendo a Capiró en el liderato histórico.
Sin embargo, en esos momentos fue cuando sufrió una lesión en la rodilla izquierda que lo sacó del campeonato cuando el calendario apenas sobrepasaba la primera mitad. A pesar de dicha lesión estuvo en el mes de julio en los VIII Juegos Deportivos Panamericanos y de qué forma. Sin embargo, persistieron las molestias y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente meses después, lo que le hizo salir del equipo Cuba e impidió participar en el mes de Octubre en la IV Copa Intercontinental celebrada en Cuba. En el plano internacional también dejó su huella indeleble con varias hazañas y lideratos individuales que coadyuvaron al triunfo cubano desde su debut con el equipo Cuba durante los Centroamericanos de Panamá en 1970.
En el Mundial de Nicaragua-1972 fue el líder en triples con 3, carreras impulsadas con 21 -empatando el récord hasta ese momento en Mundiales que estaba en poder de Juan Izaguirre- y slugging. Ese rendimiento le sirvió para ser designado el mejor left field del evento. En el Mundial de 1973 celebrado en nuestro país fue de los más destacados, por ser uno de los líderes en jonrones, segundo en hits, anotadas e impulsadas, cuarto en average y dobles, pero sobre todo por su cuadrangular de línea, pegado a la varilla de foul del right field, frente al derecho Rogelio Negrón que sirvió para empatar a 2 carreras en el octavo inning del juego decisivo contra Puerto Rico.
En los VII Juegos Deportivos Panamericanos de México, dio un jonrón de largas proporciones en el partido decisivo contra Estados Unidos. Batazo conectado por el left field frente pitcher al zurdo Rich Wortham –quien luego lanzó cuatro años en Grandes Ligas- que dio ventaja a Cuba de dos carreras a cero. El batazo fue clave a la postre para el triunfo cubano de 4 anotaciones a 3. En el Mundial organizado por la AINBA de 1976 con sede en Cartagena y otras ciudades colombianas fue el líder en anotadas y jonrones con 5, sublíder en impulsadas, bases recorridas y slugging, y cuarto de los bateadores.
En los célebres Centroamericanos de Medellín fue el tercer palillo de la terrorífica artillería cubana. Allí se alzó con los lideratos de hits con 27 y carreras anotadas con 23, empatado con Cheíto Rodríguez. En ambos departamentos estableció marcas aún vigentes. Fue segundo de los bateadores con astronómico average de 614. En su último torneo internacional, los VIII Juegos Deportivos Panamericanos de Puerto Rico, se alzó con el título de los bateadores con un promedio de 500 (de 22-11), empatado con su compañero Pedro José Rodríguez. En ese torneo Capiró no jugó todo el tiempo de regular, debido a molestias en la rodilla izquierda que posteriormente tuvo que operarse.
Por eso se desempeñó fundamentalmente en el right field y fue bajado del tercer turno del line up. Fue histórico su jonrón con dos hombres en bases en el reñido partido efectuado contra Venezuela. Empató el juego a siete carreras en el final del noveno inning cuando todo parecía perdido a dos outs de la posible derrota y en calidad de bateador emergente. En el juego final del evento, discutiendo la medalla de oro contra Puerto Rico, bateó de 5-3, sus últimos dos hits fueron jonrones.
El último de ellos fue un descomunal cuadrangular que sirvió para que empatara en el liderato de promedio ofensivo con Pedro José. El final de su carrera fue triste. No jugó por convalecencia la XIX Serie Nacional 1979-1980, pero regresó en la VI Serie Selectiva de 1980, todos estaban expectantes y optimistas con su retorno, pero fue su último campeonato oficial. Esto fue no por secuelas de su lesión en la rodilla, sino por desavenencias con dirigentes políticos y deportivos, que no interpretaron bien la magnitud real de su lesión y vieron con malos ojos rasgos de su personalidad de persona seria e introvertida, alejada de los poderes. No bastó con que le prohibieran regresar a Series Nacionales y Provinciales, a pesar de mantenerse en gran forma ofensiva. También se propagó un vil rumor sobre su supuesta orientación homosexual, pecado capital en la Cuba del 80, máxime si tenemos en cuenta que se trataba de uno los mayores íconos beisboleros del país.
Lo peor es lo calumnioso del mismo y que nunca se desmintió, al punto que todavía muchas personas lo creen como una verdad absoluta. Algo que es una afrenta para sus seguidores, amigos y familia. En 1979, momento que marcó el principio del fin de su carrera estaba entre los primeros en casi todos los departamentos ofensivos, con excepción de las bases robadas. Armando era segundo en jonrones con 154, aventajado por Antonio Muñoz con 158, quien en la Selectiva del 79 sobrepasó a Capiró cuando ya estaba de reposo por la lesión. Era el líder en carreras impulsadas con 622, perseguido por las 610 de Muñoz, y en bases recorridas. Volví a verlo de forma inesperada por televisión, en un encuentro de veteranos cubanos y nicaragüenses en diciembre de 1987.
Meses después fue mi reencuentro en vivo con la leyenda capitalina, al seguir sus actuaciones por radio y en persona en varios juegos de la Serie Provincial de 1988. En aquel campeonato se burló del almanaque, las “bolas” e injusticias, para dar la respetable cifra de 14 jonrones. ¡Había regresado El Toletero de Santiago de Las Vegas y Cañón del psiquiátrico! Se comentaba por la radio capitalina y los aficionados, que haría el grado para la XXVIII Serie Nacional con las huestes de Metropolitanos. Ciudad Habana ciertamente no tenía un verdadero cuarto bate desde el retiro de Pedro Medina durante la anterior Serie Selectiva. Aprovecho para consignar que las Provinciales de los 80 eran más fuertes que la actual Serie Nacional de Cuba.
Pero su regreso fue efímero; no lo dejaron regresar a Series Nacionales, vinieron dos pobres ceremonias de retiro oficial y el definitivo adiós al béisbol activo, hechos acaecidos al año siguiente. ¿Cuántos jonrones hubiera dado Capiró de haber seguido jugando en Series Nacionales? Nadie es capaz de imaginar. Pienso que hubiera llegado a los 300 cuatriesquinazos y su producción hubiera sido más impresionante si hubiera jugado toda su carrera con temporadas largas, bate de aluminio y la bola viva. Pelotero de un estilo de jugar elegante e impresionante. Temido y admirado a la hora de pararse en el home.
En ese instante señalaba con el bate al pitcher de turno y de paso al graderío izquierdo, adonde con frecuencia iban a parar sus conexiones, era un espectáculo para los aficionados viéndolo hacer ese gesto, parecía algo premonitorio pero no era en alarde, era solo un ritual. Por sus imperecederas hazañas es para muchos el mejor left field de Series Nacionales, disputa ese sitial de honor con los no menos estelares Fernando Sánchez y Lourdes Gourriel, aunque de los tres Capiró fue el que menos temporadas jugó, pero el de mejor brazo y el más slugger. No por gusto fue merecedor de ser elegido entre los 100 atletas más destacados el Siglo XX en Cuba, una justeza en reconocimiento a su labor.
Todavía recuerdo con indignación como entre 1981 y 1987 cuando anualmente se publicaba el listado de los diez primeros en departamentos ofensivos en Series Nacionales se obviaba a Capiró, como si nunca hubiera jugado o como si él no fuera precisamente uno de los punteros históricos en esos departamentos, por ejemplo en cuadrangulares donde recuerdo que saltaban su nombre en ese listado. Tampoco se le mencionaba en los medios de radio y televisión ni trató de defenderlo. Autor: Fernando Rodríguez Alvarez, Actualizado en diciembre 13, 2015. (Fragmentos del libro “Armando Capiró. Grande por siempre” del propio autor) nbsp;
* La biografía sobre el pelotero cubano Armando Capiró Laferté del escritor deportivo Fernando Rodríguez Alvarez consta de 196 páginas y lleva el título de “Armando Capiró. Grande por siempre’’, contiene 89 fotografías, 13 tablas estadísticas, 9 box scores y 20 entrevistas, entre las que se destacan las realizadas a ex peloteros estrellas del béisbol cubano.
Esta obra aborda la carrera deportiva de Capiró y los detalles oscuros del fin abrupto de su carrera por capricho de un alto dirigente político y el vil rumor difamatorio que sobre su persona ha circulado por años.
Está a la venta a través de Amazon.com y en createspace.com en el link www.createspace.com/484826. Los interesados pueden llamar al autor al (786)-523-5819. También por el correo electrónico: ferna.rodriguez74@gmail.com. La obra además está a la venta en la librería: “Revistas y periódicos”, en 8659 SW 24 ST. Y en la tienda “Sentir Cubano”, en 3100 SW 8 ST, ambas en Miami.
Fernando también es autor de las biografías deportivas “Pase usted Señor Jonrón. La verdad sobre Cheíto Rodríguez” y “Antonio Muñoz. Del Escambray a Tokio”. Estas obras se encuentran a la venta en los mismos sitios digitales y librerías.
gracias