MADRID — Luis Suárez y Neymar, de tanta clase, todo lo hacen ver fácil. Hasta un clásico del futbol español en que Barcelona goleó por 4-0 al Real Madrid. La sociedad en ataque más exitosa de la Liga, esa manera tan natural en la que se conectan, asustó a los blancos, que siempre estuvieron dos pasos atrás de un Barcelona efectivo y con una idea clara de lo que quería: pulverizar al eterno rival.
Real Madrid fue dueño del Bernabéu solo de nombre. En la cancha dominó el cuadro azulgrana de principio a fin y en cada línea; empezando por el centro del campo en que Andrés Iniesta fungía de maestro de ceremonias junto a Busquets y Rakitic, recuperado a tiempo de su lesión para disputar el partido más importante del año. Fue ese dominio absoluto de los catalanes lo que puso a Madrid contra las cuerdas desde el primer minuto.
El primero en aprovecharlo fue Luis Suárez, abusando de una defensa desordenada y temerosa. A los diez minutos de iniciado el partido, el uruguayo abrió el marcador con una sencillez brutal. Sergi Roberto lo vio bien colocado y le puso un pase inmejorable. El uruguayo, con campo abierto, fusiló a Keylor con un disparo cruzado al ras de suelo para abrir el marcador y dejar retratada a la defensa de Benítez. De Marcelo y Danilo ni rastro. Ramos, perdido en el centro, llegó tarde para impedirlo. Varane, ni siquiera lo intentó. Estaba demasiado lejos. Madrid, más que presionar, esperaba el movimiento del Barça para actuar. Perseguía el balón, en lugar de anticiparse. Y si la fortuna les permitía hacerse con el balón lo perdían a los dos toques. Imprecisos, nerviosos, se veían consumidos por sus propios errores. Pocas veces estuvo Claudio Bravo en peligro.
En cambio, Keylor Navas pasó la peor noche desde que llegó a Madrid pues Neymar no paraba de buscar el suyo. El brasileño, Pichichi de la Liga, se lo fabricó al quinto intento. Con total desparpajo se comió a la defensa que ni lo vio venir. Ramos, preocupado por cubrir a Luis Suárez lo habilitó para recibir un pase de Iniesta a la izquierda. Cuando Varane quiso reaccionar ya era demasiado tarde. Neymar, como si Navas no existiera, ya había puesto el balón en la red y el 2-0 en el marcador. Vino la pañolada. Los gritos de la afición pidiendo la cabeza del presidente del Real Madrid. Y el festival de faltas y patadas de un frustrado cuadro merengue al verse completamente maniatado.
Resonaba la rechifla a Piqué cada vez que tocaba el balón – que no fue muy seguido, pues el Madrid apenas logró pisar el área – hasta que Andrés Iniesta, con el tercero, silenció a la grada. Neymar devolvió el favor al capitán con un pase de tacón . Iniesta, que venía corriendo desde atrás, remató de primera. Madrid ya estaba acabado cuando Messi hizo su aparición en la cancha con poco más de media hora por jugarse al minuto 55.
La angustia en la grada llegó a su máximo y también en el banquillo merengue, donde Benítez apuró los cambios. Refrescó con Isco, que tomó el puesto de James, e intentó reforzar a la defensa con Dani Carvajal, que entró por Marcelo. Demasiado tarde. Barcelona ya resultaba incontenible sin Messi, con él, era cuestión de tiempo que el marcador se volviera a mover. A 15 del final, Barcelona dio la estocada final con una demostración de pura calidad y esta vez a contragolpe.
Luis Suárez llegaba como una flecha. Messi le dejó el balón entre dos defensas en el borde del área y el uruguayo batió a Keylor, que había salido a achicar, con agilidad. Fue tal la frustración merengue, sobre todo con Neymar, que Isco intentó frenarlo con una durísima patada al muslo que le costó la roja a cinco minutos del final.
Para entonces solo se escuchaba el grito de "Florentino dimisión" que no se ahogaron ni cuando la megafonía local despidió el partido con el himno del club. La afición, gélida ante la humillación, había despedido a Iniesta con una ovación y pedía la cabeza de quien consideran responsable del desastre.
Paola Nuñez ESPN