Estrellas de Siempre: Ken Griffey jr uno de los grandes de la historia
Por Fernando Rodríguez
La gran noticia del 2 de junio del 2010, unido al malogrado juego perfecto del derecho venezolano Armando Galarraga, fue la del anuncio del retiro de Ken Griffey Jr luego de 22 temporadas y 40 años de edad. Recibimos la noticia con una mezcla de dolor por no poder ver jugar en un estadio al mejor pelotero de la década del 90 del pasado siglo y el más grande que he visto en mi vida, números aparte. George Kenneth “Ken” Griffey es natural de Donova, Pennsylvania, al igual que su padre y el no menos estelar Stan Musial.
El junior de Ken Griffey senior puede ser enmarcado en las siguientes categorías sin temor alguno: uno de los mejores bateadores zurdos, jugadores defensivos, peloteros negros, sluggers, center field, bateadores y peloteros en general de la historia de la pelota mundial. Su retiro fue en un momento oportuno, pues ya desde el 2008 no era ni la sombra de su estrellato, esa que se había ido apagando poco a poco y sin casi darnos cuenta por culpa de lesiones. Justo cuando pasó a jugar por los Rojos de Cincinnati con el número 30 que en ese equipo usara su padre.
En esa ciudad creció y vivió buena parte de su vida. En este campeonato solo se le recuerda positivamente por arruinar con un sencillo un No Hit no Run y el 20 de mayo por el último hit de su carrera que dejó al campo a los Azulejos de Toronto. Tal vez pudo esperar el fin de la presente temporada, pero realmente ya dejaba mucho que desear e incluso llevaba tres días sin ver acción ninguna, ya ni como emergente. Solo había tomado parte en 38 partidos de los 52 celebrados por su equipo y ya no era regular, estaba mal al bate y en el banco no se puede salir del mal momento, mientras que tenerlo en malas condiciones en un line up también es un problema.
Siempre pensé que ese 2010 podría ser su último año, pero cada juego y semana que pasaba me apesadumbraba más el mal rendimiento de quien ha sido el pelotero de Grandes Ligas que más he admirado de todos los que he visto jugar en vida. Par de temporadas atrás -aunque ya desde el 2003 se venían afectado bastante sus promedios y frecuencias en varios departamentos de su carrera- llegué a pensar que todavía podía llegar a los 700 jonrones o al menos superar los 660 de su ídolo Willie Mays.
A The Kid, como también se le inmortalizó, lo sitúo junto a los inmortales Babe Ruth, Hank Aaron, Willie Mays, Lou Gehrig, Mickey Mantle y Ted Williams, entre otros, aunque odio comparar épocas bien diferentes y parto del principio que nunca tiempo pasado es mejor. En ese grupo también pudiera a agregar a Barry Bonds, Marck McGwire, Rafael Palmeiro, Sammy Sosa y el aún activo Alex Rodríguez, pero estos han tenido la sombra sospechosa o comprobada del consumo de esteroides, al menos en parte de sus carreras.
Ken Griffey pudo hacer lo mismo que ellos, pero prefirió el juego limpio y vinieron las lesiones a partir de los 31 años, con el paso que llevaba hubiera tenido 770 vuelacercas. Tal vez con el comienzo de las lesiones debió pasar a uno de los jardines de los extremos, la primera base o como bateador designado para así preservarlo y que lograra las grandes metas que podía alcanzar.
Así a partir de los 30 sin comenzar a jugar en una posición más cómoda como Alex Rodríguez, sin ayudarse con sustancias prohibidas comenzó su declive no por calidad deportiva, a la misma edad que Bonds, Sosa y McGwire aumentaron sospechosamente su masa muscular y frecuencia jonronera a niveles increíbles.
Sin embargo, aunque no se cuidó lo necesario a Griffey, este tuvo una progresión más lógica de su carrera, fue como los grandes anteriores a la era de esteroides y hormonas de crecimiento humano. Nunca tendrá un asterisco su actuación y es candidato seguro a integrar el Hall de La Fama en su primera elección.
Estaba destinado a romper la marca histórica de Aaron, incluso también tenía matemáticas y reales posibilidades de ser el primero en dar más de 800 cuadrangulares en Grandes Ligas si jugaba 24 temporadas, previendo una merma lógica en el rendimiento de los últimos años de su carrera. Es ilustrativo que en sus últimas diez temporadas solo dio 210. Fue el que más joven dio 300, 350 y 400 bambinazos y entre los que más rápido, menos veces al bate y menos edad ha dado entre los 100 y 600.
Esas lesiones no hubieran llegado si se hubiera dopado, pero hoy no estaríamos escribiendo así de él y es preferible hacerlo de esta forma que presentar esa mancha aunque mejores números históricos que los de por sí ya formidables que ostenta.
También fue un jugador que jugó muy agresivo en la defensa del center field, con fantásticas y aparatosas atrapadas contra las cercas o encima de estas, de cordón de zapato, lateral o hacia atrás, pero provocadoras de fuertes y peligrosos golpes en su anatomía. En el aspecto estadístico en 1994 y entre 1997 y 1999 fue el máximo jonronero. En anotadas, impulsadas y slugging lidero en 1997, mientras que en extrabases y boletos intencionales en 1993 y 1997, y total de bases en 1992 y 1997. En seis temporadas anotó más de 100 carreras (cinco consecutivas del 96 al 2000), en siete impulsó más de 100 carreras (cinco consecutivas), en nueve 30 jonrones y en siete 40 o más (cuatro consecutivas).
Pelotero estético y con tremenda clase de la gorra a los spikes. Era un artista bateando y parecía que conectaba sin esfuerzo, lo que contrastaba con la fuerza y longitud de sus batazos. Dotado de un sistema de parase en home y de batear que lo hacía parecer un gimnasta o bailarín, pero ser uno de los de más fuerza en su época y en todos los tiempos. Su estilo realmente ha sido único y me atrevo afirmar que irrepetible. Bateador de tremendo poder, un verdadero slugger, buen tacto, bateador de promedio, velocidad felina entre bases y en la defensa del jardín central, donde brilló hasta el 2003 con su seguridad y espectaculares fildeos.
No por gusto ganó premios tan valiosos y disimiles como trece Juegos de Estrellas, diez guantes de oro sucesivos, siete bates de plata, MVP del Juego de Estrellas de 1992, ganador de los derby de jonrones en 1994, 1998 y 1999, MVP en la temporada en 1997, mejor atleta masculino de Estados Unidos en 1998, elegido entre los peloteros más defensivos de la historia, mejor pelotero de la década del 90, elegido en 1999, y premiado en el 2005 por el mejor regreso de esa temporada
. Jugador insignia e icono con el número 24 de Los Marineros de Seattle, equipo que deja con varias marcas personales para ese Team. Colectivo que en los 90 llegó a tenerlo a junto a Edgar Martínez, Alex Rodríguez, Randy Johnson y Tino Martínez. Pienso que de ese equipo nunca se debió ir o al menos nunca para Cincinnati, pues su partida coincidió con lesiones y situaciones psicológicas a raíz de una amenaza de muerte y el advenimiento de cierto delirio de persecución, con antecedentes de intento de suicidio en 1988. Debutó en Grandes Ligas siendo casi un imberbe de 19 años en 1989.
En la temporada siguiente jugó con su también legendario y destacado padre, juntos lograron la hazaña de compartir los jardines y dar jonrón cada uno en un mismo juego y de forma consecutiva, en total coincidieron dos temporadas.
Aquí se cumplió aquello de que “hijo de gato caza ratones”, pero incluso el heredero aventajó al progenitor. En el primer turno al bate en Seattle dio cuadrangular. Desde que empezó se vio a la estrella fulgurante que pronto fue. Si algo le faltó fue un anillo de Serie Mundial, pero eso no depende de la calidad individual de un pelotero, sino de la época y el equipo donde juegue, sobran los ejemplos de otros superestrellas con igual poca suerte.
Durante años fue el mejor de todos los peloteros y también llegó a ser el más pagado y carismático. No lo pude ver en sus inicios porque fue de las grandes estrellas del béisbol norteamericanos que no jugó contra el equipo Cuba en los 80 por firmar en el primer round del draft de 1987, bien rápido y joven, algo que sí logramos con Barry Bonds, Marck McGwire y Frank Thomas, entre otros. Tampoco lo pudimos ver mucho ni seguir en parte de sus años mozos. A partir de 1994, a base de mil artilugios, actos mágicos y mucha suerte, pudimos seguir bastante su carrera y hazañas.
Por suerte pude ver muchos de sus largos y muy elevados jonrones que parecían no caer nunca y cuando lo hacían era a grandes distancias. Hay que recordar que soy de un país donde el béisbol de Grandes Ligas por más de 4 décadas estuvo prohibido, o no es permitido, que no es lo mismo pero que en el caso cubano es igual (ahora se pasan juegos grabados en la televisión cubana). Precisamente recuerdo como en 1994 fue la temporada de la última huelga de los peloteros de Grandes Ligas impuso marca de mayor cantidad de votos para un Juego de Estrellas.
En ese momento llevaba un paso de 33 jonrones que lo podía llevar a ser el primero en romper la marca de 61 en poder de Roger Maris desde 1961, pero cayó en un temporal slump jonronero. De ese mal momento salió con nuevos bríos, volviendo con una frecuencia de cuadrangulares impresionante hasta que se vio interrumpida la temporada por la huelga cuando llevaba un ritmo de 59 cuadrangulares de concluir la serie en los 162 partidos del calendario. No por gusto, a pesar de su juventud y pocas series, fue elegido dentro del equipo ideal del Siglo XX, y durante algún tiempo fue el único activo en un Todos Estrellas histórico de Grandes Ligas.
En 1999 fue seleccionado entre los 100 mejores peloteros de la historia y de todos era el más joven. Recuerdo con agrado verlo jugar con mucho interés por su país y rendir muy bien (segundo en average con 524 y líder de su equipo en jonrones con 3 e impulsadas con 10) en el I Clásico Mundial en el 2006, única vez que su figura se proyectó y comentó en la televisión y prensa cubanas. Aunque no es mi objetivo hacer mucha alusión a sus estadísticas, pues están en enciclopedias y otras fuentes y en su caso se convierten más en algo frías, no es ocioso apuntar que tiene la marca de disparar cuadrangulares en 44 estadios y comparte otras como la de ocho juegos consecutivos bateando jonrón en 1993 o haber dado cuadrangulares en todos los estadios donde jugó.
En el momento de su retiro era líder o estuvo entre los cinco primeros en casi todos los departamentos ofensivos y algunos defensivos entre los peloteros activos. Ocupa lugares muy destacados entre todos los peloteros que han jugado en la carpa mayor del béisbol mundial. En los libros de records, biografías en su honor, fotos y videos de sus batazos y jugadas, estarán registradas sus hazañas. Pero sus glorias no caben en libro ni en un estadio y solo me queda sentir pena por los que no lo vieron jugar.
Fernando Rodríguez es autor de los libros "Pase usted Señor Jonrón. La verdad sobre Cheito Rodríguez", "Armando Capiro. Grande por siempre" y "Antonio Muñoz. Del Escambray a Tokio". Los interesados en adquirir estas importantes publicaciones pueden llamar al autor al 786-523-5819 o contactarlo al email ferna.rodriguez74@gmail.com;
Uno de mis peloteros favoritos, siempre presto a dar lo mejor de si para su equipo, pronto lo veremos en el Salón de la Fama del Béisbol.