SUGAR LAND, Texas — Rafael Palmeiro llegó temprano al parque de pelota. Se puso su uniforme de práctica y comenzó a batear. Era una tarde cálida y húmeda en un estadio de Texas, como solía ser durante más de una década con los Rangers y 20 años en las Grandes Ligas.
Esta vez, la gran diferencia era que “Raffy”, como cariñosamente le han llamado siempre los aficionados, estaba en un parque de Ligas Menores, de Liga Independiente; muy diferente a los estadios de Grandes Ligas donde conectó más de 500 cuadrangulares. Su hijo mayor, Patrick, observaba con detenimiento cada movimiento de su padre. Pero esta vez, muy diferente a como hizo tantos años atrás. No era ya el niño que tantos años acompañó a su padre al trabajo, alrededor de los mejores parques del país.
Después de 10 años alejado de las Grandes Ligas, Palmeiro volvió al beisbol para cumplir uno de sus sueños más grandes: Jugar en el mismo equipo que su hijo Patrick, aunque fuera por un fin de semana. Palmeiro firmó contrato de tres días con los Skeeter, un equipo de la Liga Independiente Atlantic, instalado en Sugar Land, uno de los suburbios más acaudalados del área conurbada de Houston, para jugar de viernes a domingo, la última serie de la temporada y tal vez su última en la pelota profesional.
“No, de ninguna manera me imaginé que jugaría con mi hijo”, dijo Palmeiro, de 50 años, este sábado. “Yo me retiré hace 10 años y de ninguna manera pensé a tener esta oportunidad”. “Pero por eso dije que tengo que darle las gracias a los Skeeters por darme esta oportunidad”.
Rafael Palmeiro tuvo un debut espectacular con los Skeeters el viernes por la noche, pero su hijo, motivado por su padre, aún más. El viernes, Patrick bateó dos imparables en cinco turnos, incluido jonrón con la casa llena, para producir cuatro carreras. Rafael conectó dos sencillos como bateador designado con una impulsada para llevar a sus Skeeters al triunfo 10-4 sobre los Camden Riversharks.
“Me siento contento porque anoche las cosas salieron bien”, dijo Rafael Palmeiro. “Hace 10 años que me retire de la pelota, del beisbol. Y no he hecho mucho para mantenerme en el juego. Pero yo me traté de preparar lo mejor posible las últimas dos o tres semanas para poder por lo menos hacer buen trabajo, como lo hice”. “Peo anoche sentí mucho orgullo, me sentí contento. Y más bien para él (Patrick), porque anoche jugó muy bien y últimamente ha jugado muy bien. Ha bateado bastante bien, ha producido mucho”.
“Anoche cuando dio el jonrón yo estaba detrás de él en el círculo de espera”, añadió. “Un momento que nunca se me va a olvidar”. Para Patrick, también fue un partido para recordar toda su vida, en una de las noches más productivas de su carrera profesional, que comenzó con la organización de los Medias Blancas de Chicago, para los que jugó tres temporadas en Ligas Menores antes de unirse a los Skeeters.
“Es increíble, es un sueño convertido en realidad”, dijo Patrick, de 25 años, en referencia a ser compañero de alineación de su padre. “Es algo que siempre quise hacer. Desde pequeño lo vi jugar todos los días. Para ser honesto, nunca pensé que sucedería. Estoy extremadamente agradecido de que pude compartir el terreno de juego con él”.
Patrick también reconoció que conectar el grand slam y ver a su padre como el primer pelotero que esperaba en home para felicitarlo fue algo que jamás imaginó. “En el momento, ni siquiera pensé en eso”, mencionó. “Sólo estaba contento de que produje algunas carreras y tomamos el liderato. Después del partido fue cuando me pegó y pensé ‘Oh Dios, mi padre estaba en home cuando pegué el grand slam’”. “Eso es lo más importante que me ha pasado a mí en el béisbol”, agregó. “Por más que haga en mi carrera, no creo que haya nada que supere eso”.
Rafael Palmeiro consideró que su hijo tiene talento para llegar a la Gran Carpa, aunque él mismo tiene que ser el más convencido de eso. “Creo que tiene que seguir trabajando y creer en él mismo”, dijo Rafael Palmeiro. “Saber que tiene talento para seguir para arriba. Esta liga no es fácil, es bien difícil. Hay muchos peloteros que tienen experiencia de Grandes Ligas y más o menos se ha defendiendo bien”.
Palmeiro aseguró que este fin de semana será inolvidable, quizá más que los 20 años de estelar carrera en Grandes Ligas, en la que acumuló 569 cuadrangulares, 3,020 hits con promedio al bate de por vida de .288 y 1,835 carreras. Una carrera que, sin embargo, culminó de manera intempestiva con una suspensión de 10 días en el 2005 por resultar positivo en un examen antidopaje; castigo del que ya jamás regresó al terreno de juego.
“Me fui del beisbol por lo que me pasó en mi último año, por lo que me pasó en mi carrera”, reconoció en tono evidentemente melancólico. “También ya era mi último año. Ya no tenía más nada que enseñar en mi carrera”. “Ya tenía 40 años, tenía 20 años en Grandes Ligas… después de que me pasó lo que pasó, ya no tenía caso seguir jugando”, añadió. “No había nada que mostrar”. Y su último gran recuerdo será haber compartido clubhouse y dugout como compañero de su hijo mayor, aunque sea por un fin de semana. “Cuando llegué a los 500 jonrones y a los 3 mil hits… Esos dos días son muy especiales para mí. Días que todavía pienso en ellos”, afirmó.
“Pero el momento de anoche es el que más voy a recordar”. Patrick, quien llegó al juego con promedio de .255 con 67 impulsadas y 12 cuadrangulares, se embasó por error, bateó un sencillo, se ponchó y cerró su pletórica segunda noche de la serie con cuadrangular en cuatro viajes al plato, en la derrota de sus Skeeters ante el conjunto de Camden, New Jersey, 4-2.
Su padre esta noche celebró desde la caseta, sin participar en el partido. Este domingo, los Skeeters con la familia Palmeiro cerrarán su temporada y quizá uno de los capítulos más legendarios del beisbol latinoamericano en Estados Unidos, el de Rafael Palmeiro.
Por Carlos A. Nava ESPNDeportes.com
