¿Te gustaría flotar como una bailarina o quedarte en el aire como un futbolista en pos de un balón? Aunque no lo creas, esos momentos que parecen mágicos son humanamente posibles sin necesidad de un aeropatín. La ilusión tiene que ver con la manera en la que el centro de gravedad cambia en combinación con el movimiento del cuerpo, algo que perfeccionan tanto las bailarinas al hacer un Grand Jete o los futbolistas cuando saltan a cabecear la pelota. Para empezar a comprender ese proceso, podemos seguir el movimiento de una bailarina:
Al levantar las piernas hasta ponerlas en un ángulo cercano a los 180º y alzar los brazos sobre la cabeza en el momento en que el centro de gravedad del cuerpo alcanza el punto más alto de la trayectoria, el torso y la cabeza seguirán moviéndose horizontalmente incluso cuando el centro de gravedad empiece a caer. Como quienes la observan tienden a fijarse en la cabeza y el torso, se crea la ilusión de que la bailarina flota horizontalmente durante el salto. Si se puede lograr esa sincronización, es posible que la cabeza y el torso se muevan horizontalmente por más de la mitad del tiempo en el aire, a pesar de que el centro de gravedad recorre una ruta curva.
La ciencia de "flotar"
Esa ruta curva que sigue el centro de gravedad empieza apenas la persona que salta deja de estar en contacto con el piso. Y la ilusión de que de alguna manera flota se da por dos razones. La primera es que durante el vuelo, quien salta pasa más tiempo en la parte más alta de la ruta.
Eso sucede porque quien salta despega a alta velocidad, pero se va desacelerando a medida que llega a la cima. Por ello también pasa la mayor parte del tiempo del salto cubriendo la pequeña distancia en el zenit, antes de empezar a caer, y por ello parece que está suspendido en el aire.
El cuerpo va perdiendo velocidad al subir y la recobra al caer.
Todo es relativo
La segunda es que, aunque en la ruta del centro de gravedad no puede cambiarse, si es posible hacerlo con la posición relativa de la cabeza, o el tronco o la cadera. Si se levantan los brazos y las piernas, la cabeza típicamente se moverá unos 20 centímetros más cerca del centro de gravedad (en el caso de un hombre atlético típico).
Así, la ruta de la cabeza o el tronco sí puede cambiar. Piensa en la ruta del centro de gravedad y la cabeza cuando no se altera la posición de las extremidades, y ahora imagínate que sí se altera: en el segundo caso, la cabeza recorre una ruta más plana, lo que da la ilusión de flotar. En la mayoría de los casos, estos dos efectos actúan juntos.
La suspensión de los futbolistas
El jugador con las zapatillas verdes en la foto es Lasha Dvali, de Georgia, en el momento en el que salta a cabecear con Thomas Mueller, de Alemania, durante una eliminatoria para Euro 2016, en marzo de 2015. Brincó y luego movió su cabeza, tronco y piernas hacia adelante para alcanzar el balón. Si estuviéramos viendo todo el movimiento, nuestros ojos se enfocarían en la cabeza, que permanece a una altura vertical similar, lo que da la ilusión de que se quedó colgado en el aire.
BBC
