Los partidos en el estadio Arthur Ashe del Abierto de Estados Unidos todavía se verán interrumpidos por lluvia, al menos por un año más. Mientras tanto, los fanáticos podrán gozar de algo de sombra. Un esqueleto de más de 6.500 toneladas de acero corona la cancha central del último Grand Slam del año.
En 2016, tendrá un techo replegable, cuando se culmine un proyecto de construcción de dos años. Dos de los cuatro costados quedaron cubiertos en la primera etapa de construcción, lo que otorga sombra a muchos fanáticos en la parte superior de las gradas que usualmente quedaban expuestos al sol. Los espectadores que lleguen a Flushing Meadows se encontrarán con una telaraña de vigas blancas encima del estadio de tenis más grande del mundo.
Hay 24 columnas de acero que se elevan a 46 metros de la superficie. También se agregaron cuatro pantallas de video, para reemplazar a las dos que había antes, y fueron ubicadas más abajo. Las obras incluyen nuevos sistemas de sonido e iluminación. Las obras han convertido al escenario en uno más íntimo, según el encargado del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King, Danny Zausner. "Ayuda a aislarlo un poco del exterior", afirmó.
AP