El Córdoba sentenció su descenso a Segunda División atropellado por un Barcelona al que resistió durante 42 minutos y ante el que se derrumbó en cuanto un obús de Rakitic rompió la resistencia de Juan Carlos. Avasallador y contundente como no podía ser de otra manera, el equipo de Luis Enrique igualó el 0-8 con que el Barça de Helenio Herrera venció en Las Palmas en octubre de 1959 para convertirse en la mayor goleada de la historia del club fuera de casa en el campeonato liguero.
El Barça de los récords no caminó en Córdoba, sino que fue un auténtico avión a reacción que no se descompuso de los nervios en una primera mitad en que pareció estrellado contra la mala suerte. Pasaban los minutos, no llegaba el gol y comenzaba a pensarse que pudiera aparecer un gafe histórico.
Para nada. La historia, de hecho, se escribe desde ahora y hasta el final de la tarde de este sábado, cuando el Real Madrid esté obligado a ganar en el Sánchez Pizjuán a un Sevilla que no conoce la derrota como local desde marzo de 2014 y que podría, si mantiene la racha, comenzar a sentenciar la suerte de un campeonato que se dibujó de azulgrana en el Nuevo Arcángel.
A lomos de un Messi excepcional, que anotó dos goles para mostrarle músculo a Cristiano Ronaldo antes de ceder en un gesto brutal el lanzamiento de penalti a Neymar, el líder se dio el mayor homenaje de su historia lejos de Barcelona en la Liga. El Córdoba, sentenciado, hundido y rendido, apenas mantuvo la compostura hasta el 0-1 y en cuanto comenzó la segunda mitad, ya con 0-2, fue un juguete roto en manos de un encolerizado rival.
Mezclando de forma mayúscula el toque con el vértigo, apoyando las mejores tesis que han catapultado a este equipo a la excelencia, el Barça enseñó hasta qué punto está engrasado en el momento determinante de la temporada. Mantiene las esencias de su mejor pasado y le suma las mejores armas que se le adivinan en el futuro para vivir un presente idílico. La Liga no se decidirá este sábado, de eso no hay duda, pero sí que puede quedar marcada.
El Madrid de Ancelotti debió sufrir en silencio ante la avalancha que se contempló en Córdoba y mantener el pulso se le adivina una misión heroica atendiendo a la exhibición que ofreció el equipo de Luis Enrique.
Jordi Blanco ESPN
