BARCELONA — Sin apenas noticias de Messi, el FC Barcelona puso tierra de por medio en la Liga con una victoria de mérito y muy trabajada frente a un Real Madrid que no supo sacarle rendimiento a su dominio en el césped.
La fortuna sonrió al Barça y con cuatro puntos de ventaja al frente de la clasificación su papel de favorito para ganar la Liga es ya incuestionable. Ocurrió, sin embargo, que al Barça de los delanteros apenas le respondió Suárez.
Messi comenzó la noche con un caño marca de la casa, lanzó con maestría la falta que convirtió Mathieu en el 1-0… y apenas volvió a dar señales de vida, bien controlado por la defensa, que no supo atar tan en corto a Neymar. Aunque Neymar, que falló un gol cantado justo antes del empate de Cristiano, volvió a dar una imagen muy alejada de lo esperado.
Suárez, peleón, vertical y respondón tuvo el premio del gol en una jugada made in Liverpool, controlando en carrera un fenomenal pase largo de Alves para batir cruzado a Casillas. Y tuvo ocasiones el Barcelona para aumentar su renta goleadora.
Como las tuvo el Real Madrid para no irse de vacío de un Clásico que gobernó durante muchos minutos. Ancelotti desmintió a quienes pensaran que le entregaría el juego al Barça y por medio de Kroos y Modric se adueñó del centro del campo, apoyados ambos por el vértigo de Isco.
Al Madrid le benefició la desconexión azulgrana, un equipo roto entre una defensa que mantuvo en pie como buenamente pudo un Piqué y un ataque irregular como no podía esperar la hinchada. En cuanto Suárez anotó ese 2-1 que invalidaba el golazo de Cristiano Ronaldo, Luis Enrique debió comprender que era momento, por fin, de darle pausa y criterio al fútbol y a partir de ahí dio entrada a Busquets y Xavi para frenar esa locura de ida y vuelta que amenazaba con echar por tierra el triunfo.
El Barça sufrió para ganar y el Madrid sufrió perdiendo. Pero lo hicieron de una manera extraña. Ambos. Porque el equipo azulgrana aparcó sin disimulo ninguno aquella personalidad que no hace tantos años le llevó a la gloria, y el merengue se encontró luchando a partir de un gobierno que pocas veces tuvo en un Clásico disputado en el Camp Nou.
Al Barça de los delanteros le salvó su capacidad de sufrimiento. Una realidad extraña teniendo en cuenta que se esperaba tanto de ellos que se despidió la hinchada celebrando con tanta alegría la victoria como dejando atrás la decepción que le supuso disfrutar más del resultado que del fútbol.
Para el Madrid, derrotado, la Liga queda a expensas de un milagro. Hizo méritos para no irse de vacío de Barcelona, pero pagó un mal marcaje a Mathieu, una mala cobertura a Suárez… Y sus errores ante la meta de Bravo. Empieza otra Liga. La Liga del Barça. Porque la lógica obliga a que no sea de otra manera.
Jordi Blanco, ESPN