MADRID– El Atlético de Madrid se metió de lleno en la pelea por la Liga gracias a la victoria por 4-0 sobre el Real Madrid en el derbi madrileño disputado en el Vicente Calderón. Koke, lesionado, tuvo que ser sustituido por Saúl antes de que se cumplieran diez minutos; mientras eso sucedía, Godín era atendido en la banda después de recibir un codazo de Sami Khedira.
Ahí se acabaron los problemas para el Atlético de Madrid, que nunca estuvo en peligro. Real Madrid se tardó más de media hora en hacer su aparición en la cancha. Para entonces ya perdía por 2-0 y cuando quiso reacciona ya era demasiado tarde. De nueva cuenta, Real Madrid se vio abajo en el marcador antes de que se cumplieran 15 minutos de juego.
Esta vez, por un grave error de Iker Casillas, que se comió el gol en un disparo raso de Tiago frente al marco. Había recibido un balón de Mandzukic sin que la zaga merengue se percatara si quiera. Madrid, desorientado, no tuvo tiempo de recomponerse. Cinco minutos después, Saúl terminó de exhibir las carencias defensivas del equipo que dirige Carlo Ancelotti con un golazo. Siqueira se había llevado a Carvajal con alarmante facilidad jalando marca hasta la línea de fondo desde donde sirvió para que el canterano, con toda la libertad fusilara a Iker de chilena.
El balón se coló por un costado del arquero merengue, que sólo atinó a mirar con angustia cómo se les escapaba media liga. Tampoco hizo gran cosa la circunstancial pareja de centrales formada por Nacho y Raphael Varane.
En el Madrid no funcionaba ni Toni Kroos, que con impotencia veía a Antoine Griezmann recorrer la cancha de arriba a abajo sin poder detenerlo. Sin Sergio Ramos en el campo, en el conjunto merengue no había quien diera una orden. Cayó el gol y los blancos quedaron petrificados.
Tampoco aparecía Cristiano, que en su regreso después de dos partidos de sanción se había postulado como la gran esperanza merengue para vencer al Atlético. Pasado el minuto 30 el Real Madrid pudo por fin realizar su primer, y único, intento en la primera mitad. Un disparo de Benzema que fue desviado con facilidad por la defensa del Atlético de Madrid antes de que Moyà se viera si quiera en la necesidad de intervenir.
En la portería de Iker, la cuenta no aumentó porque estuvo atento ante los dos intentos de Griezmann, pues la defensa apenas ponía resistencia a los locales. La frustración merengue empezó a reflejarse en el campo a partir de entonces con duras faltas y movimientos erráticos. El Atlético, mientras tanto, seguía a lo suyo.
Aunque había dejado de dominar esperando la oportunidad al contragolpe, se acercaba con peligrosidad desde todos los sectores. Griezmann, por la carretera del centro; Juanfran y Siqueira, por las bandas donde ni Carvajal ni Coentrao podían darles alcance. Y como no puede falta en un derbi, llegó la jugada de la polémica cuando un remate de Godín pegó en el brazo de Khedira y los rojiblancos reclamaron un penal. El Real Madrid se sumía en la confusión y cada vez cometía más errores.
Para entonces, ya era evidente que era cuestión de tiempo que cayera el tercero de los rojiblancos en una contra. Sucedió al 67. Antoine Griezmann, el único delantero inamovible del Atlético de Madrid, puso la estocada final abusando, de nuevo, de la inocencia de Varane al empujar el balón prácticamente en la línea de gol un balón servido por Saúl. Ancelotti se quemó entonces todos sus cartuchos. A Jesé, que sustituyó a Khedira y se unió Chicharito en el campo, en lugar de Karim Benzema.
Pero ni eso funcionó. El Madrid, que no remató una sola vez a puerta en todo el partido, ya había bajado los brazos. No tuvo fuerzas siquiera para que impedir que Mario Mandzukic, de cabeza, completara la goleada a dos minutos del final.
Paola Núñez, ESPN