BARCELONA (Jordi Blanco,ESPN) — El Barça acudirá al Calderón en ventaja. Le costó un mundo romper la igualada y lo logró a través de un penalti más que discutible a cinco minutos del final. No apabulló como hace once días al Atlético, pero mereció llevarse un triunfo que pudo, incluso, ser más amplio.
Ha perdido el Atlético un punto de aquella intensidad que la pasada temporada le convirtió en un gigante. El grupo de Simeone sigue de forma irreductible los parámetros que le condujeron a ganar la Liga, rozar la Champions y discutirle a Barça y Madrid la supremacía del fútbol español, pero… le falta algo.
Hace once días, Luis Enrique le ganó por la mano al entrenador colchonero y aunque en este segundo asalto el Atlético le paró los pies flotó esa sensación de disminución. La eliminatoria se decidirá en el Calderón, entre otras cosas, porque en el Barça se adivina un terrible déficit en Luis Suárez, quien juega más para los demás que para sí mismo, que falló un gol inexplicable desde el área pequeña y provocó que se diera por hecho que la victoria debería llegar a través de la magia de, claro, Messi.
Leo volvió a arrancar desde la banda, alejándose de la tela de araña que proponía Simeone para comenzar asociándose con peligro con Dani Alves y acabar, como siempre, a la suya, con sus slaloms, sus cambios de ritmo, pases de oro y personalidad absoluta ante la invisibilidad de Suárez y la irregularidad de Neymar, tan eléctrico como poco afortunado.
Considerado como un clásico, en cualquier choque entre Barça y Atlético se espera algo especial. Vivió su época en que fue considerado un festival de goles, después un dominio aplastante azulgrana, con palizas de escándalo, y a partir de la llegada de Simeone al banquillo colchonero una nueva era, en la que el equipo madrileño se le atragantó al catalán hasta el punto de ganarle en el propio Camp Nou el título de Liga.
En esas estaban cuando su reencuentro, hace diez días, mostró un Barça desatado, que arrolló al Atlético a base de intensidad y enterrando la crisis dio a pensar en que había encontrado el buen camino. Y lo repitió en La Coruña con el mismo once para invitar a Luis Enrique a repetir alineación, con el único cambio, anunciado, de Ter Stegen por Bravo en la meta.
Pero Cruyff dijo un día que "una flor no hace verano" y el fútbol, puro y duro, demostró que habiendo dado un paso adelante, este Barça sigue en tránsito y sin haber encontrado aún la excelencia. Así se entiende que el Barça se agarre a la épica cuando no le alcanza el juego, que aumente sus decibelios y la emotividad y que busque el acompañamiento de su público. Y sin ser un plan establecido y firme que se entienda pueda llevarle al éxito, sí sirve para ir superando pruebas, de vez en cuando.
Un manotazo de Mario Suárez, una falta de Juanfran, otro manotazo de Arda y el público en ebullición, el árbitro presionado por todos los jugadores y la guerrilla en su momento álgido provocaron el efecto deseado por los azulgrana.
Tras una falta lanzada por Messi, Juanfran tocó a Busquets y el barcelonista se derrumbó en el área como si fuera atropellado de mala manera. Al árbitro ni se le ocurrió dudar y señaló el penalti ante el pasmo de los colchoneros. Oblack le adivinó la intención a Leo, pero su rechace lo convirtió el argentino en gol. Objetivo cumplido para viajar a Madrid con ventaja. Pero dentro de una semana, en el Calderón, habrá mucho por hacer.