MADRID, — Raúl García, desde el punto penal, y José María Giménez, de cabeza, dieron la victoria al Atlético de Madrid por 2-0 sobre el Real Madrid en el juego de ida de los octavos de final de la Copa del Rey, que se disputó en el Vicente Calderón.
Por tercera vez en lo que va de la campaña, el Atlético de Madrid abusó de las pocas pero notorias debilidades del Real Madrid y ni siquiera hizo falta un 'Niño-amuleto', solo se requirió de fuerza, voluntad y una fórmula ya probada contra un rival que empieza a desarrollar cierta alergia al Manzanares.
Un gol anulado a Gareth Bale por fuera de lugar fue lo que puso en verdadera alerta al Atlético de Madrid, que hasta entonces se había dedicado a esperar al Real Madrid en su mitad de la cancha. De ahí nació el primer y único disparo del primer tiempo del conjunto colchonero. Habían pasado 15 minutos encerrados en su campo, tapando huecos y haciendo malabares para contener al extremo galés por la banda.
La situación no cambió gran cosa para el Atlético de Madrid después del intento de Antoine Griezmann, si acaso, empeoró. De suerte para los rojiblancos, Carlo Ancelotti había decidido dar descanso a su máxima estrella, Cristiano Ronaldo, que con gesto serio seguía el encuentro desde la banca. Su ausencia se notó desde que Marcelo llegaba al área a esperar centros sin poder hacer gran diferencia.
Lo intentaron Khedira, Bale, Benzema, que como ya es costumbre, trabajó, además, de manera incansable en la presión. Pero Oblak se lució con una atajada y tuvo suerte cuando el disparo de Benzema, a cinco minutos del final del primer tiempo, fue directo a sus manos. Y pagaron caras las oportunidades desperdiciadas, pues los colchoneros, sin muchas más herramientas que la resistencia y la voluntad, se volvieron a salir con la suya. Y eso que a los de Simeone les costaba conservar el balón más allá del segundo toque.
La prisa por dar juego a Fernando Torres, a menos de una semana de su llegada, se tradujo en un juego a destiempo del flamante '19', que fallaba constantemente en el pase y no lograba conectar con Griezmann, forzado a trabajar el triple. Media hora de juego y el 'Niño' se había diluido. Eso sí, cumplió con la misión de aglutinar a la afición que protestó el mínimo roce presionando al árbitro. Real maniataba al Atlético de Madrid, al verse sin espacios por el centro, por apostar todo a la velocidad por las bandas en el contragolpe tras el descanso.
Dos veces llegó el conjunto rojiblanco al área contraria y eso le bastó para desquiciar a la defensa merengue y cambiar el curso del encuentro. Un agarrón de Ramos a Raúl García fue castigado con la pena máxima para que el navarro fusilara a Keylor Navas.
Aunque Madrid seguía en control, la urgencia por remontar se notaba en las imprecisiones y pérdidas de balón. Las agresiones en la media también subieron de tono, y más cuando ambos técnicos decidieron que era el momento de sacar la artillería pesada.
Entró Cristiano supliendo a un desaparecido James por los blancos, mientras Simeone reforzó al conjunto local con Koke y Arda, uno por Torres, que ya no daba más de sí, y otro por el canterano Saúl. Y ya para asegurar, el Cholo envió también a Mandzukic.
Fue entonces cuando la misión, de por sí cuesta arriba para el Madrid, se tornó imposible de llevar a cabo pues a la jugada siguiente el Atlético de Madrid consiguió un tiro de esquina. Y como es costumbre, los del Manzanares ejecutaron la jugada a balón parado a la perfección. Koke, no podía ser otro, cobró el tiro de esquina con un balón preciso que permitió a José María Giménez darse el gusto de anotar su primer gol en un derbi con un cabezazo.
Real Madrid, en estado de shock, no pudo reaccionar por mucho que quisiera. Los últimos 10 minutos fueron una tortura para los de Ancelotti. Cristiano no recibió un balón y las carreras de Jesé y Bale resultaron infructuosas contra un envalentonado y crecido Atlético de Madrid.
Por Paola Núñez ESPN
