GETAFE, Madrid, – El Barcelona no pudo superar el cerrojazo del Getafe, que planteó un partido espeso que no pudo superar el cuadro azulgrana, ahora más lejos del Real Madrid, a cuatro puntos, tras empatar 0-0 en el Coliseum Alfonso Pérez y con un final polémico. El conjunto de Cosmin Contra planteó un choque difícil de jugar. No dejó espacios, se atrevió en ataque lo justo y apenas cedió oportunidades a un rival incapaz de generarlas durante casi todos los tramos del encuentro.
El Barcelona llegó al Coliseum Alfonso Pérez, una vez más, sin una alineación que se pueda recitar de memoria. Luis Enrique no ha sido capaz de, o no ha podido, alinear dos veces en toda la temporada a los mismos once jugadores. Y, para no variar su tendencia, contra el Getafe volvió a presentar un equipo nunca visto antes.
En esta ocasión sentó en el banquillo al argentino Javier Mascherano y a Andrés Iniesta, a los que dio descanso días después del partido que ganó el cuadro azulgrana al París Saint-Germain.
Así, el Barcelona saltó al césped con el francés Jèrèmy Mathieu en el centro de la defensa, con Xavi, Rakitic y Busquets en el centro del campo y Pedro Rodríguez ocupando el puesto de Neymar. Ese planteamiento no le funcionó al Barcelona.
En toda la primera parte, los hombres de Luis Enrique sólo dispararon una vez entre los tres palos, por medio de Lionel Messi, que vio como Vicente Guaita acertaba a despejar la pelota. El resto de ocasiones fueron tiros lejanos que se fueron a las nubes.
Lo intentaron sin éxito Xavi, Luis Suárez y Rakitic. Perdido en pases obvios, sin profundidad y con pocas ideas, el Barcelona no hizo nada para merecer un gol antes del descanso.
En parte fue por su culpa, pero también algo tuvo que ver el Getafe, que no dio opciones a nada e incluso dispuso de alguna contra muy peligrosa. Casi todas las lanzó el croata Jorge Sammir, que ocupó un puesto en la delantera para sentar a Álvaro Vázquez en el banquillo. De largo fue el futbolista con más ideas de su equipo y explotó muy bien las deficiencias del Barcelona. Fueron dos, y ambas en defensa.
Una, la velocidad de Gerard Piqué, que todavía sigue sin encontrar ese punto físico que hace tiempo que está escondido, y la otra la tiene Dani Alves. El brasileño es un fantasma de lo que fue y Lafita se encargó de recordárselo. Fue en la jugada más peligrosa de todo el primer acto, la única que mereció acabar en gol. Lafita arrancó desde la izquierda, se fue en velocidad de Alves, luego le regateó con suma facilidad y su trallazo desde fuera del área lo salvó Claudio Bravo con un guante casi imposible.
El Getafe, que con muy poquito había hecho mucho más, pudo marcharse al vestidor con ventaja en el marcador. Bravo lo evitó y dio una oportunidad a sus compañeros de meditar sobre una primera parte desastrosa. Aún había 45 minutos por delante para poder cambiar. Y lo hicieron. No mucho, porque el Getafe casi nunca abrió sus puertas. Bajó su intensidad, pero su cerrojazo se mantuvo intacto. El Barcelona combinó mucho mejor, sobre todo tras la salida de Iniesta, y se hizo dueño total del partido.
Pero, sin embargo, las oportunidades, de jugada no llegaron. Parecía que al equipo de Luis Enrique solo le iba a salvar una jugada a balón parado. Se encomendaron a Messi, desaparecido en combate durante casi todo el partido, y el argentino respondió con dos faltas que golpearon en el palo de la portería de Guaita. Una de ellas, espectacular, dio en la escuadra en un lanzamiento perfecto.
Falto de frescura y agobiado por el dominio sin ocasiones claras del Barcelona, Cosmin Contra dio aire a su equipo con la salida de Pedro León, Diego Castro y Álvaro Vázquez, que no pudieron aportar algo ofensivo en ataque. Los últimos diez minutos fueron un asedio barcelonista en el campo del Getafe. Un empate les dejaba a cuatro puntos del Real Madrid, lanzado a por la Liga con su ininterrumpida racha de partidos ganados.
Ese gol no llegó y el Barcelona, atrapado en la tela de araña de su rival, cedió dos puntos que pueden valer oro a final de temporada. Pudieron ser tres si el árbitro, Bikandi Garrido, no hubiera pitado el final cuando Álvaro Vázquez encaraba a Claudio Bravo. Acción que el público protestó con fuerza.
EFE