El noruego Magnus Carlsen, que hoy ha revalidado su título mundial de ajedrez y al que comparan con Mozart por su genialidad y precocidad, es un ídolo en su país, que ha traído a este deporte el "glamour" de la cultura pop.
El que fuera niño prodigio del ajedrez, ahora a punto de cumplir 24 años, ha participado en campañas publicitarias con una firma de ropa junto con la actriz Liv Tyler y tiene acuerdos de patrocinio con varias empresas, que se calcula le proporcionan unos 1,2 millones de euros al año.
Los elogios a su talento para el ajedrez, que Gari Kasparov definió como una mezcla entre Anatoli Karpov y Bobby Fischer, conviven con las etiquetas de ídolo juvenil y creador de estilo, mientras la revista "Cosmopolitan" lo elige uno de los hombres más sexy y "Time" entre las cien personas más influyentes del mundo.
De Karpov tiene la comprensión teórica del juego y su gran repertorio de aperturas. De Fischer, algo aventurero y lúdico que le lleva a seguir jugando, e incluso a ganar, partidas que parecen perdidas como el año pasado con su quinta victoria ante el indio Viswanathan Anand en la lucha por el título mundial.
En su país, Carlsen es un héroe nacional a la altura de Petter Northug y Marit Bjørgen, figuras mundiales del esquí nórdico, el deporte más popular en este país. La "fiebre" del ajedrez en Noruega explica por qué el canal público NRK ha retransmitido en directo sus partidas con Anand y éstas han logrado una audiencia similar a la del esquí nórdico y sensiblemente superior a la de la selección de fútbol.
Nacido en Tønsberg, a las afueras de Oslo, a Sven Magnus Øen Carlsen fue su padre Henrik, un ingeniero apasionado del ajedrez, quien le enseñó a jugar a los cinco años, cuando ya había dado muestras de su capacidad nemotécnica memorizando por ejemplo los nombres y la población de los 430 ayuntamientos de Noruega.
Pero el niño Carlsen no mostró especial interés o aptitud para el ajedrez, hasta que un par de años después, cuando vio a su padre jugar con su hermana mayor, Ellen, se despertó su animal competitivo y empezó a volcarse en el juego y a estudiarlo por su cuenta.
En su formación como ajedrecista el uso de ordenadores y bancos de datos fue tardío y, para él, relativamente secundario. "Utilizo el ordenador para el análisis pero creo que hay cosas que sólo se ven ante el tablero", dijo una vez en una entrevista con el semanario alemán "Die Zeit".
Su evolución fue meteórica, y en 2003, la familia se tomó un año sabático para viajar por Europa y acompañarlo en los principales torneos, igual que han hecho Henrik y Ellen en este mundial. Fue al año siguiente cuando se estableció en la élite mundial y con 13 años y 4 meses se convirtió en el segundo Gran Maestro más joven de la historia hasta entonces.
Un mes antes, en un torneo de partidas rápidas en Reikiavik, fue capaz de derrotar a Karpov y empatar con Kasparov en una partida en la que minutos antes del comienzo se le veía esperando a su rival mientras leía un cómic del Pato Donald. Su trayectoria ha estado marcada por la excelencia: con 15 años era uno de los cien mejores del mundo; con 17 entraba en el "top 10" y desde enero de 2010 ha sido el número uno salvo en un par de cortos intervalos.
Tras batir a principios de 2013 el récord de puntuación ELO de Kasparov con 2.849 unidades, Carlsen derrotó meses después en el torneo de candidatos de Londres al ruso Vladimir Kramnik, excampeón mundial y su ídolo, en un final agónico que lo dejó exhausto al tener problemas con el reloj.
La consecución del Mundial hace un año culminó la ascensión meteórica de Carlsen, que ha vuelto a demostrar que es el mejor, a pesar de que esta vez ha dado alguna muestra de nerviosismo e incluso pareció sestear en una de las partidas con Anand.
El noruego suele explicar su éxito apelando a que nunca ha perdido la alegría por el ajedrez, en el que admite piensa "casi todo el día". Y cuando no lo hace, le gusta disfrutar de su familia y de sus amigos o practicar una de sus pasiones favoritas, el fútbol -es un apasionado seguidor del Real Madrid-, jugando de lateral izquierdo en el Fremad Famagusta, un equipo de la Sexta División noruega.
EFE