Se le está haciendo duro este principio de temporada a los muniqueses. Da igual quién sea el rival, la máquina alemana sigue sin funcionar conforme a lo esperado. Ni la música es reconocible, ni la orquesta suena como la pasada temporada ni los músicos están tan finos.
Contra un pobre Stuttgart, al Bayern le bastó con hacer lo mínimo para llevarse el partido (2-0). Dos acciones individuales de Götze y Ribéry respectivamente, le dieron los tres puntos al conjunto de Pep Guardiola, donde Xabi Alonso y Bernat volvieron a salir de inicio.
Vive el Bayern de la calidad de unos pocos, anclado en la orilla, sin saber a dónde ir ni que rumbo tomar. Las sensaciones en este principio de temporada siguen sin ser buenas. La improvisación es constante y el juego del equipo poco reconocible.
Las numerosas bajas (Thiago, Javi Martínez, Schweinsteiger, Robben…) las está acusando como nunca el conjunto de Guardiola. La medular ha pasado a ser un territorio inhóspito donde se mezclan defensas, centrocampistas y delanteros en un intento por encajar las únicas piezas con las que se cuenta desde la parcela técnica.
Sin ese orden tan alemán del que antaño se presumió, todo empieza a estar en duda: desde el estilo hasta la identidad, cuestionada en los últimos días por los aficionados ante la llegada de tanto español. Desde el banquillo se pide tiempo como único método para recuperar el rumbo y se aporta imaginación para justificar resultados.
Guardiola volvió a salir con defensa de tres ante el Stuttgart (Dante, Boateng y Badstuber) y con Lahm y Alaba acompañando a Xabi Alonso en el centro del campo. Con las piezas cambiadas, el Bayern ganó en posesión, pero echó en falta un poco de chispa arriba.
La primera parte se saldó con tan solo tres ocasiones por parte de los muniqueses, un registro pobre que, sin embargo, le sirvió para irse al descanso con una buena renta (1-0), conseguida en un rechace en el que Götze recortó a su par, disparó y batió a Sven Ulreich. Fue lo único que hizo el alemán, siempre efectivo, pero poco participativo.
No cambiaron los síntomas en la segunda mitad, la música siguió siendo la misma, si acaso más mermada después de que Badstuber se tuviera que retirar lesionado. Entró Gaudino, que avanza a cada partido, creciendo a una velocidad que algún doctor catalogaría de dañina. El joven alemán lo hace todo bien: toca, pasa y se mueve, como enseñan en los colegios.
Al lado suyo, Xabi Alonso estuvo correcto, pero nada más. Por momentos, se pareció a aquel centrocampista que movía el Real Madrid de un lado para otro, pero también al que tiró la toalla en el Mundial, llegando justo a algunos balones divididos y jugándose la tarjeta roja en una perdida de balón suya que resolvió cometiendo falta. La única nota positiva llegó en el minuto 84, con el gol de un Ribéry que entró en la segunda parte y demostró estar muy vivo.
En una contra, el francés controló, ajustó y batió a Sven Ulreich. Respiró finalmente el Bayern, que consigue la segunda victoria de la temporada en la Bundesliga y ya piensa en el partido del miércoles contra el Manchester City. Cambiará el himno, la música y el ambiente. Pero, ¿cambiará el compás y el ritmo el Bayern?
Klopp sonríe
Muy distinta es la situación del Borussia, que tras perder en el primer partido de la Bundesliga, sigue pisando el acelerador. Su goleada ante el Friburgo (3-1) dejó mejor sabor de boca que la de su eterno rival. Ramos y Kagawa adelantaron a los de Jürgen Klopp en la primera parte, y Aubameyang sentenció en la segunda, dejando al Dortmund con seis puntos, uno menos que Bayern y Leverkusen. Precisamente, estos últimos empataron contra el Werder Bremen (3-3) el viernes.
Por DAVID PALOMO/ Elmundo.es
