La gran noticia del mes de septiembre ha sido el final de la carrera del más grande pelotero de su generación; Derek Jeter. Casi toda la temporada que acabó ayer domingo, estuvo matizada por las emocionantes ceremonias de despedidas que le han hecho en todos los estadios del país donde ha estado el mítico número dos de los Yankees de Nueva York.
Algo que fue creciendo en las últimas jornadas, con el pico emotivo más alto el pasado jueves cuando jugó su último partido en el Yankee Stadium y donde se gastó un final de película con dos imparables, entre ellos doble contra las cerca, y el hit de oro que como final de película de Hollywood, dejó al campo a los Orioles de Baltimore.
Estadísticamente hablando se ha dicho y se sabe todo sobre el hijo más mimado de la Gran Manzana. En los últimos diez juegos suyos compiló para 368 con cuatro dobles, un cuadrangular, 10 impulsadas y 500 de slugging. Así dejó una buena imagen dentro de una temporada con altibajos, con los meses de abril y agosto malos, y su segunda peor racha de por vida cuando estuvo 28 turnos sin dar hits hasta el 17 de septiembre.
Es el momento ideal para retirarse y dedicarse a su persona; casarse y tener familia, luego de una temporada del 2013 casi pérdida por la lesión sufrida al finalizar la post temporada del 2012. Si no hubiera existido esa lesión sus estadísticas de por vida serian aún más impresionantes y escalaria mejores ubicaciones entre los mejores. De igual modo, antes de esa lesión, por un momento pensé que podría jugar 23 temporadas hasta los 43 años e incluso apuntar hacia el record de hits de Pete Rose.
Como en el béisbol los números son casi todo no resulta repetitivo recordar que Derek, en toda la historia del béisbol de Grandes Ligas, está entre los primeros en casi todo: es el 26 en juegos, séptimo en veces al bate, noveno en carreras anotadas, sexto en hits, 29 en dobles, el número 77 en average (quinto entre los 25 que tienen más de 10 mil turnos), el 21 en total de bases y el número 75 en extrabases.
Entre los activos es el primero en casi todo o al menos entre los primeros veinte, al igual que entre los torpederos. De forma integral considero que ha sido el mejor short stop de la historia, si partimos que tiene indicadores defensivos que lo ubican en el top 10, mientras que ofensivamente son pocos los departamentos que no encabeza a los jugadores del campo corto (solo tuvo 73 partidos como bateador designado).
En post temporada está fuera de liga con marcas en juegos, hits, anotadas y dobles. Fue uno de los artífices de las últimas cinco Series Mundiales ganadas por los Mulos del Bronx. Pero Jeter es mucho más que números; era el pelotero de la jugada clave y oportuna a la defensa, y el del clotche, el del batazo a la hora cero para empatar o decidir juegos vitales. Fue el rostro de los Yankees y de todo el béisbol desde 1996 y eso no se lo regalaron. No por gusto ha sido el Capitán de la franquicia y equipo más grande de la historia desde el 2003.
Un atleta ejemplo y líder fuera y dentro del terreno, con el bate, el guante, pero también con sus palabras y actitud en todo momento. Un señor caballero, fiel exponente de la decencia y vergüenza deportiva, al que nunca la gloria se le subió a la cabeza, a pesar de ser el que más motivos tuvo para ello, pues Jeter se convirtió en un fenómeno deportivo, socio cultural y hasta de la moda de esta gran nación.
Cuando Derek Jeter recibió en Boston el último gran homenaje, en los predios de los enemigos deportivos más acérrimos de los Yankees, fue una vez más el fruto de lo que tanto él sembró a lo largo de sus 20 temporadas: decencia, entrega total hasta contra su físico, respeto y confraternidad con los equipos y peloteros rivales, incluso con los Medias Rojas de Boston.
Dentro del béisbol recibió todos los premios y honores existentes, entre ellos el mejor Novato, Más Valioso (MVP), cinco Guantes de Oro, igual cantidad de bates de Plata y catorce juegos de Estrellas, entre otros. Es a no dudar uno de los cinco mejores y más grandes Yankees de la historia, acompañando a Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe Dimaggio y Mickey Mantle.
Tuve la suerte de verlo desde sus inicios a mediados de los 90, cuando en la Cuba de la censura veía los partidos por las prohibidas antenas parabólicas de parientes y amigos, casetes de videos de mano en mano, publicaciones norteamericanas o cuando me colaba en bares de Hoteles donde se trasmitía los juegos de Grandes Ligas, principalmente de los Yankees.
Finalmente fui testigo de sus últimas cinco temporadas en tierras de libertad, con jornadas como la de su jonrón que fue el hit número 3000 o como la de su hit de oro en Nueva York el pasado jueves.
Ese día salió del estadio para comenzar el camino sin regreso hacia la inmortalidad deportiva, viaje que continuó ayer en Boston y que debe tener su parada final el día que ingrese al Hall de la Fama del béisbol. Solo resta esperar que pasen los próximos cinco años y solo ver si será el primero en la historia de ser elegido al salón de los inmortales con el 100 por ciento de los votos: tiene todos los requisitos para ello.
Por eso puedo repetir para mí y todos los que lo disfrutamos: doy gracias a Dios por haber visto jugar a Derek Jeter. Pero eso es algo que también deben decir los jugadores que coincidieron con él y los que están en activo. No hay que olvidar que Jeter fue un modelo sin manchas en la época de los escándalos del dopaje, entre otros males. Por eso los jugadores de hoy deben inspirarse e imitar lo mejor del número dos, partiendo de la interrogante ¿Quién fuera Derek Jeter? .
Por Fernando Rodríguez Álvarez / Especial para Pasionmagazine.com
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Sin duda alguna uno de los mejores peloteros que han pasado por las grandes ligas, todo un caballero del béisbol tando dentro como fuera del terreno de juego, ganandose el cariño y respeto de todos sus compañeros y miles de fanaticos que se deleitaban diariamente con sus grandes jugadas y batazos, seguro hall of fame http://themagazinesport.com