Tiger Woods sigue dando tumbos. El ganador de 14 grandes, de 38 años, ha anunciado hoy a través de su página web la ruptura profesional con su entrenador de swing, Sean Foley.
Es el último giro en una carrera que en los últimos tiempos ha estado marcada por sus problemas físicos (rodillas y espalda), por sus problemas personales y por la ausencia de títulos del Grand Slam: el último fue el US Open de 2008.
Tiger toca así otra tecla en su preparación y rompe con el que ha sido su entrenador los últimos cuatro años, desde que oficialmente comenzaran a trabajar juntos en el Campeonato de la PGA de 2010. Foley ha sido el tercer preparador del californiano, después de Butch Harmon (de 1993 a 2003: ocho grandes ganados) y Hank Haney (de 2004 a 2010: seis grandes).
Con Foley la cuenta de grandes se quedó parada en 14, a cuatro del récord de Jack Nicklaus. “Gracias por su ayuda como entrenador y por su amistad. Sean es uno de los entrenadores más destacados en el golf actual, y sé que tendrá éxito con los jugadores con lo que trabaje”, explica Tiger en el comunicado.
Woods ha llegado a este punto después de un mal resultado en el Open Británico, 69º clasificado a 23 golpes de Rory McIlroy, y de uno peor en el PGA: no pasó el corte después de dos rondas de 74 golpes cada una.
Antes del British, Woods estuvo tres meses de baja por una operación de espalda, y tras el PGA ha renunciado a volver a jugar hasta diciembre, en Isleworth.
No acudirá de este modo a la Copa Ryder con Estados Unidos, del 25 al 28 de septiembre en Gleneagles (Escocia). Y tampoco tiene prisa por ponerse en las manos de un nuevo entrenador: “No hay una fecha marcada para contratar uno”.
“El tiempo que he pasado con Tiger es uno de los mejores momentos de mi carrera, y estoy agradecido por lo que hemos compartido juntos. Era una ambición en mi vida entrenar al mejor jugador de todos los tiempos. Solo tengo respeto y admiración por él”, ha explicado Foley.
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