En pleno agosto una tormenta de goles inundó los marcadores de Goodison Park. Everton y Chelsea despidieron la jornada del sábado con un espectáculo de fuegos artificiales que mantiene al equipo londinense como colíder de la Premier, empatado a pleno de victorias con el Swansea. Fútbol salvaje, sin espacio para preliminares. Ni siquiera se había cumplido el primer minuto cuando Cesc Fábregas adivinaba a la espalda de la defensa un hueco por el que filtrar el primer gol de Diego Costa.
El hispanobrasileño, en luna de miel con la Premier, abrió y cerró el frenesí para disparar su cuenta a cuatro dianas en tres jornadas. [Narración y estadísticas (3-6)] Antes del minuto tres el Chelsea mandaba por dos gracias a Branislav Ivanovic y el Everton, valiente de inicio, se hizo valiente por obligación. El arrojo de Roberto Martínez permitió que el tablero no cambiara.
Más aún, según pasaron los minutos de necesario duelo por los dos tantos encajados, los 'toffees' recuperaron su filosofía de empujar siempre hacia delante. Así llegó el tanto de Kevin Mirallas justo antes del descanso, premio justo y anticipo del torrente que arrasaría el estadio en el segundo acto.
El resorte saltó con un gol en propia puerta de Seamus Coleman mediada la segunda mitad. Corría el minuto 67 y en espacio de sólo diez arreciarían cinco disparos: Steven Naismith, Nemanja Matic, Samuel Eto'o en el debut contra su exequipo.
Siempre primero el Chelsea, siempre por detrás el Everton. Un tiroteo preñado de aciertos en ataque y descuidos en defensa. Una del Oeste con un enterrador, Diego Costa, que colocó el último clavo en el ataúd del Everton burlando a Tim Howard en el minuto 90.
Por ANDRES ARAGÓN/ Elmundo.es