SAO PAULO.- No todos suelen recordar a las mascotas de la Copa del Mundo FIFA, sin embargo, en Brasil, Fuleco, un armadillo que se hace pelota, conocido en su tierra como tatú bola, necesita hacerse famoso por otras razones: el animal que representa está en peligro de extinción y, al parecer, a la FIFA le importa muy poco su destino, siempre y cuando sus muñequitos se vendan por doquier.
En concreto, la idea era que la FIFA comprara mil hectáreas por cada gol que se metiera en el Campeonato del Mundo, con el fin de terminar con un área aproximada de 170 mil hectáreas destinadas a convertirse en reserva natural al cuidado de los armadillos como Fuleco.
Fuleco fue presentado hace varios meses con bombos y platillos. Se trataba de la primera mascota de un Mundial elegida para concienciar sobre la peligrosa situación que vive el Tolypeutes Tricinctus (nombre científico del armadillo).
El animal es cazado para la venta ilegal y su hábitat, el bosque seco de Caatinga, está desapareciendo. “El hecho de que el armadillo de tres bandas sea una especie vulnerable es muy apropiado”, explicaba, en la presentación de Fuleco, el secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke.
Fuleco (mezcla entre fútbol y ecología) se había hasta ganado el afecto de Valcke: “Uno de los objetivos clave del Mundial es utilizar el evento como una plataforma para comunicar la importancia del medio ambiente y estamos encantados de hacerlo con la ayuda de esta mascota”, insistía.
Sin embargo, la ONG que realizó la campaña para que el armadillo fuera elegido mascota, por más de 1,7 millones de internautas brasileños, no parece muy convencida del amor que la FIFA profesa por los primos de Fuleco.
"Hemos estado en contacto con la FIFA durante los últimos 16 meses, tratando de obtener el apoyo del torneo para lograr la protección del armadillo. Les hemos planteado ocho propuestas para apoyar su protección sin ninguna respuesta”, dijo Ricardo Castro, director de Asociación Caatinga.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) alertó que el 94% de los armadillos está en peligro de extinción y que se ha reducido su número en un tercio desde la década pasada en Brasil. Mientras que desde el PAN reconocen:
"Necesitamos financiación para poner el plan en marcha y nuestro presupuesto sería una parte mínima de las ganancias de la FIFA con Fuleco”. Cómo si fuera irónico, el armadillo en peligro de extinción está siendo traficado en el mercado negro por aproximadamente 23 dólares, mientras que al muñeco de Fuleco la FIFA lo vende a 27 dólares en las tiendas.
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