El Mundial está repleto de futbolistas anónimos fuera de sus países y uno de ellos es el hondureño Jorge Claros. Tres años después de recibir un disparo en la cabeza ha podido cumplir el sueño de disputar un Campeonato del Mundo y lo hizo debutando en el partido contra Ecuador.
Claros jugaba en el año 2011 en el Motagua, de San Pedro Sula, la ciudad considerada como la más violenta del mundo. Honduras tiene la tasa de homicidios más alta del mundo, con 90,4 homicidios por cada 100.000 habitantes. Existen 1.2 millones de armas no registradas en el país y la cifra de criminales sin fichar es cada vez mayor. Un panorama complicado para personas reconocidas públicamente y con una vida acomodada económicamente.
El futbolista hondureño conducía su coche nuevo de la marca Chevrolet, un regalo de Emilio Izaguirre, excompañero que meses antes había fichado por el Celtic de la liga escocesa. Le acompañaban un amigo y su mujer, que estaba embarazada. Jorge Claros paró en una gasolinera cuando dos delincuentes quisieron robarle el coche.
El futbolista aceleró para darse a la fuga y entonces le cambiaría la vida. Los atracadores realizaron un primer disparo que destrozó el parabrisas y golpeó de lleno en su hombro izquierdo. Al instante, una segunda bala impactaba en su cabeza. Sus dos acompañantes salieron ilesos.
El jugador pudo seguir conduciendo y llegó a un hospital privado, donde recibió la atención por parte de uno de los médicos del Motagua, Óscar Benítez, quien horas después informó que estaba fuera de peligro: "Tuvo mucha suerte. Esto es un milagro". Si la bala hubiera atravesado un par de milímetros más, podria haber muerto en el acto. Un año después confesó que "sólo seguí pensando cuando recibí el disparo. No entré en pánico, simplemente me relajé. En cuanto recibí el impacto de la bala puse mi dedo en el agujero que tenía en la cabeza y recuerdo como la sangre corría por mi cara".
Por entonces ya había vuelto a los terrenos de juego. A los seis meses de recibir el balazo en la cabeza tomó un vuelo con dirección a Escocia. Tenía una oferta del Glasgow Rangers y viajó para cerrar el acuerdo, pero las 800.000 libras que pedía el Motagua por su traspaso rompieron las negociaciones.
Su ilusión de jugar lejos de Honduras le llevó a firmar una cesión con el Hibernian escocés, en el que jugó a préstamo durante una temporada y media. En 2013 tuvo que regresar a Honduras porque el Hibernian le ofreció un contrato por cinco temporadas, pero el Motagua seguía pidiendo demasiado dinero por su traspaso.
En los últimos años ha sido un habitual de las convocatorias de la selección hondureña, y el colombiano Luis Fernando Suárez le permitió cumplir su sueño de dispuar un Mundial después de sobrevivir a un impacto de bala en la cabeza.
Por Víctor Gil