Según el portal El diccionario del Fútbol un autogol es un gol que marca un jugador en su propia puerta (portería). Fue precisamente un autogol el que suscitó un evento trágico en la historia del deporte.
La XV Copa Mundial de Fútbol se desarrolló en los Estados Unidos, entre el 17 de junio y el 17 de julio de 1994. Para muchos ha sido el evento futbolístico más exitoso de todos los tiempos. A pesar de organizarse en los Estados Unidos, un país con gran tradición en otros deportes, fue la de más alta asistencia con un promedio de casi 69,000 personas por partido.
La cantidad total de cerca de 3.6 millones de fanáticos sigue siendo la mejor en la historia del Mundial. Colombia fue uno de los países que calificó a la Copa del Mundial de 1994.
El combinado colombiano contaba en sus filas con estrellas de alto renombre internacional, entre ellas Carlos “El Pibe” Valderrama. Esta selección cargaba con expectativas muy altas. Colombia cifraba sus esperanzas en el equipo patrio y el país deseaba salir de aquella ola de violencia y desolación aunque fuera por un momento.
El terruño cafetalero miraba al Mundial con la ilusión de que sería el medicamento mágico que curaría aquella terrible enfermedad que lo estaba consumiendo.
Allí, en el Rose Bowl, ocurriría lo inimaginable. Andrés Escobar Saldarriaga de 27 años, defensa central de la selección de Colombia, trataba de impedir que un centro llegara a un atacante americano, desafortunadamente toca el balón y pasa la guardia del portero colombiano Óscar Córdoba, llegó el autogol.
Con él llegó una derrota de Colombia ante el anfitrión, Estados Unidos, un equipo novel e inexperto que emerge victorioso ante aquella selección cafetera.
La presión no se hizo esperar sobre el combinado. Andrés Escobar reaccionó como un campeón y escribe una carta abierta en El Tiempo de Bogotá.
Preferiría un tiempo de espera para salvaguardar esa imagen bonita que se ha transmitido al mundo. No se nos puede tratar como si fuéramos cualquier clase de personas porque, antes de todo, hemos luchado por elevar el fútbol colombiano. De eso soy partícipe, y puedo asegurar que nada extraño sucedió en este grupo. Simplemente, nos encontramos en un bajón, fuimos incapaces de reaccionar en instantes duros, admitimos que fuimos responsables y nos regresamos con mucha más amargura al venir a reconocer en el tercer encuentro que sí teníamos materia prima para clasificarnos. Una lástima. Pero, por favor, que el respeto se mantenga… Un abrazo fuerte para todos y para decirles que fue una oportunidad y una experiencia fenomenal, rara, que jamás había sentido en mi vida. Hasta pronto, porque la vida no termina aquí.
El 2 de julio de 1994, diez días después del autogol, Andrés Escobar fue asesinado a balazos mientras se encontraba en el estacionamiento de una discoteca, en las afueras de Medellín.
Sus compañeros de la selección nacional René Higuita, Víctor Hugo Aristizábal y Mauricio Serna tuvieron la misión de reconocer el cadáver. De inmediato llegaron las versiones que adjudicaban su muerte al fracaso mundialista.
El gobierno colombiano protegió, por algún tiempo, al resto del seleccionado temiendo por la seguridad de estos jóvenes. Por años circuló que el asesino le gritó “gracias por el autogol” antes de disparar. Relatos recientes indican que su asesinato no estuvo relacionado al autogol y sí a la ola de violencia que arropaba al país.
Lo que sí fue evidente fue lo desgraciado del acontecimiento. Mucha gente no olvida la patada en penales que falló Roberto Baggio para hacer de Brasil un tetracampeón en la Copa Mundial de 1994. Yo no olvido, ni olvidaré a Andrés Escobar, porque la vida no termina aquí.
Por Pedro I. Rivera Nieves/ EL Nuevo Día
