Yuriorkis Gamboa no podía creerlo. Delante de sus ojos estaba, perfectamente redonda y dorada, la medalla olímpica que tanto trabajo le había costado ganar en Atenas 2004, premio que considera el mayor de toda su carrera en el boxeo, por encima de los títulos profesionales.
Desde que perdiera su presea en un robo a su casa en el 2011, Gamboa no había llorado tanto hasta el momento en que la recuperó el fin de semana pasado, justo antes del Día de las Madres y luego de largos años de gestiones engorrosas que parecían no ir a ninguna parte con el Comité Olímpico Internacional.
“No tengo pena en confesar que lloré y mucho, porque es como recuperar algo de lo que ya no se tiene esperanza de ver nunca más’’, expresó el guantanamero. “No había dejado de pensar en la medalla ni un solo día de mi vida. Así tanto la valoro. Contemplo con orgullos mis fajas de campeón profesional, pero una medalla olímpica es lo más grande’’.
Para subir a lo más alto del podio en la capital griega, Gamboa combatió cinco veces hasta ganar el metal dorado ante el francés Jerome Thomas, como parte de una gran generación de púgiles cubanos.
Su dolor, sin embargo, sería muy grande cuando descubrió que los ladrones habían sustraído la medalla y las fajas profesionales, que paulatinamente fue recuperando con la ayuda de la Federación Internacional (FIB) y de la Asociación Mundial (AMB).
“Los organismos de los cuales fui campeón escucharon mi plegaria y me enviaron réplicas de los cinturones, pero el Comité Olímpico es otra cosa’’, explicó Gamboa, que este 28 de junio va a un combate importantísimo ante Terence Crawford en Omaha. “Eso queda en Suiza y, además, estaba el tema de Cuba’’.
A Gamboa estos temas de procedimientos y legalidades deportivas no le complacían mucho y por eso buscó la ayuda del abogado de Miami, Tony González, quien se encargó de lidiar con la parte burocrática del asunto.
El COI insistía en que cualquier reclamación debía ser canalizada primero a través de la Federación Cubana de Boxeo, lo cual prolongó la solución un par de años, hasta que González les hizo entender que los ejecutivos deportivos de la isla no iban a mover un dedo para complacer a Gamboa, quien abandonó una escuadra nacional en el 2006 en Venezuela.
“Resultó una tarea titánica estar todos los días arriba de la gente del Comité Olímpico para que entendieran las circunstancias especiales de Yuri’’, reveló González. “Hay que tener mucha paciencia para no agotarse, pero cuando finalmente me enviaron una réplica exacta de la medalla, supe que había valido la pena’’.
Cuando le puso la presea en las manos a Gamboa, el guerrero quedó sin habla durante unos minutos, tomándose un tiempo mínimo para digerir visualmente ese pequeño pedazo de metal que luego se colocaría en su cuello, como hace casi 10 años en la final de los Juegos Olímpicos.
“Esto lo interpreto como una buena señal de que mi carrera volverá a despegar con una fuerza tremenda’’, recalcó Gamboa. “Ahora sí que esta medalla no se irá de mi lado. Uno puede ser campeón de muchas cosas en la vida, pero olímpico, eso es algo especial’’.
Jorge Ebro / elnuevoherald.com