SAO PAULO — Manifestantes cercaron el jueves las principales avenidas de Sao Paulo e incendiaron llantas mientras cientos de personas gritaban consignas contra la próxima Copa del Mundo de fútbol afuera de uno de los estadios construidos para el evento.
Las protestas alteraron el tráfico y provocaron caos entre aquellos que se dirigían a su trabajo en la amplia zona metropolitana. Grupos amenazaron con una ola de protestas contra el gobierno por el elevado gasto para albergar el Mundial en otras ciudades brasileñas que serán sede del torneo que comienza el próximo mes.
La mayoría de las protestas se esperaban en Sao Paulo, donde se jugará el partido inaugural el 12 de junio, así como también en Río de Janeiro, que será la sede de la final en julio. Cientos de personas arribaron con camisetas y banderas rojas y se toparon con decenas de policías antimotines que cercaban la entrada principal al estadio Itaquerao, donde llegaron para exigir al gobierno invertir más dinero en vivienda.
Alrededor de 1.500 personas quemaron llantas mientras gritaban consignas contra el torneo de fútbol. "Nuestro objetivo es simbólico. No queremos destruir el estadio", expresó Guilherme Boulos, dirigente del Movimiento de Trabajadores Sin Techo que se congregó muy cerca del Itaquerao, en la zona este de la ciudad de 11 millones de habitantes.
"Lo que queremos es exigir más derechos a los trabajadores para que tengan acceso a la vivienda y denunciar los efectos que tiene la Copa para la población más pobre". La jornada es percibida como una prueba de la capacidad del gobierno para contener las protestas de cara al evento.
El año pasado las protestas masivas contra el gobierno a lo largo y ancho de Brasil eclipsaron la Copa Confederaciones, un torneo de preparación para el Mundial, cuando más de un millón de personas protestaron en las calles en una sola noche. Muchas de las manifestaciones se tornaron violentas, con choques entre los manifestantes y la policía. Al menos seis personas murieron en hechos relacionados con las protestas.
Los brasileños están molestos por los miles de millones de dólares gastados para organizar el Mundial. Una gran parte se invirtió en 12 estadios de fútbol y los críticos sostienen que una tercera parte de esos escenarios se utilizará muy poco después del gran evento. Aquellos que han salido a las calles instan al gobierno a concentrar su gasto en mejorar los deplorables sistemas de salud, educación, seguridad e infraestructura del país.
En otras de las manifestaciones del jueves se concentrarán dos grandes sindicatos que exigirán mejores salarios y condiciones de trabajo, en particular durante el Mundial. El gobierno de Brasil espera que el Mundial y luego los Juegos Olímpicos de 2016 en Río pongan a Brasil en el centro de la atención mundial y exhiban los avances que el país ha hecho en la última década para mejorar su economía y sacar a decenas de millones de personas de la pobreza.p;
Por ADRIANA GOMEZ / AP