Gareth Bale acuchilló al Barcelona en el minuto 84 cuando el partido se iba para la prórroga. Cogió un balón en el centro del campo, le hizo un autopase a Bartra, y le fulminó en una carrera que quedará grabada en la historia de este jugador y del Real Madrid como la galopada de la amortización.
Bale ya vale menos, ahora será difícil poner en duda su precio. Marcó el gol que vale un título, en un partido grande y mantiene vivo el sueño del Real Madrid de conquistar las tres competiciones.
Lo que es el fútbol. Neymar, en el minuto 88, pudo reivindicarse y envió el balón al palo.
Definitivamente el Barcelona padece el ‘virus Messi’. Tiene todos los síntomas de un equipo enfermo, débil y lento que le impide competir. La alta fiebre del genio argentino se ha propagado al resto de sus compañeros. A unos más que a otros. Iniesta es el único que parece no tener la cara pálida ni jugar con dolor de cabeza ni tos o vómitos. Bartra es otro de los sanos.
Este Messi convaleciente y apagado ha provocado que el juego exquisito, imprevisible, mágico e indescifrable de los azulgranas se convierta en previsible, ineficaz y aburrido. Si el Barelona padece del virus Messi en el Real Madrid se aprovecharon de la 'vitamina Di María'.
Las energías de este futbolistas llevaron al equipo de Ancelotti a provocar el mareo a la maltrecha defensa azulgrana. Su ímpetu, decisión, agilidad, carreras y esfuerzo fueron el mejor plan de un Real Madrid que, conviene recordar, jugó sin su estrella Cristiano Ronaldo. Esto hace más preocupante el bajón de Messi. Con un Di María luciendo la capa de Superman el equipo de Ancelotti fundió a su rival.
En la primera parte se vio a qué jugaban uno y otro. El Real Madrid, con Isco en lugar de Cristiano Ronaldo, se organizó con un 4-4-2. Bale y Benzema como delanteros e Isco metido en el costado derecho del centro del campo para echar una mano a Coentrao en el marcaje de Neymar.
El equipo blanco juntó sus líneas y salió con ese punto de agresividad necesario para hacer descarrilar al contrario. En los primeros seis minutos tuvo dos ocasiones de gol Bale. Fue un aviso. En el minuto 10 llegó el hachazo. Isco, el que tiene fama de no aplicarse en defensa, robó un balón a Alves y lanzó el rápido contraataque para Bale, que conectó con Benzema y éste asistió a Di María.
El Fórmula 1 del Real Madrid, con oposición, le pegó duro al balón, cruzado y Pinto tocó la pelota con las yemas de los guantes. No llegó. El tanto se le atragantó al equipo del ‘Tata’. No se encontró cómodo en toda la primera parte, no tenía un plan ni sabía qué hacer con la pelota. Solo a Iniesta se le ocurría algo diferente, le duraba el balón en los pies y buscaba filtrar pases. Nadie le seguía. Ni Messi, que se fue al burladero de los centrales madridistas. Allí recostado era inofensivo. Quieto, cabizbajo y protestón.
Es extraño porque a Messi le hemos visto irse hasta el centro del campo para coger los balones, entrar en juego y lanzar carreras imposibles para marcar goles increíbles y romper los cerrojos. No se sabe muy bien qué virus le ha afectado pero sigue apático, demostrado y lento. Su equipo le echa de menos y se limita a meter balones por alto que no conducen a nada. Casillas se fue al descanso sin hacer una sola parada.
La segunda parte empezó como la primera. Bale, como una bala, se fue a la portería de Pinto, esquivó rivales y con la puntera estuvo a punto de marcar el segundo. En el minuto 53 otra vez el galés creó el peligro con otro disparo desde la frontal del área ante la pasividad de la defensa del Barça.
Superman Di María siguió volando por todo el campo para desgracia de los azulgranas que no supieron por dónde les entraba. Su movilidad fue espectacular. No les daba respiro. Isco sacrificó su talento en favor del plan del equipo. Había que cerrar líneas, no dejar espacios, meter la pierna y trabar el juego del Barça. Isco, al que un día Ancelotti dijo que le convertiría en el nuevo Seedorf, estuvo magnífico y ayudó a Coentrao a anular a Neymar y el que pasaba por esa zona.
El brasileño tuvo que cambiar de banda ante su desesperación. No encontraba el camino del gol como ninguno de sus compañeros. El Barça nunca ganó los uno contra uno. Algo llamativo. La mejor ocasión fue un disparo de Bartra que despejó Casillas, en el minuto 65. Pepe, Ramos y Xabi se unieron para cerrar el carril central y el Barça siguió sin crear peligro. Las ocasiones se sucedían para el Real Madrid con otro cabezazo de Sergio Ramos en un saque de esquina y acto seguido con un disparo envenenado de Benzema.
Hasta Xabi Alonso se animó a probar con su remate. Di María siguió repartiendo juego y le dio un balón a Benzema que creó pánico. La buena intervención de Pinto evitó el tanto. Ese saque de esquina acabó con un gol anulado a Bale. Un tanto polémico en el que no queda claro qué pita Mateu Lahoz. Si falta en el salto de Bale con Pinto o un posible fuera de juego. La jugada siguiente marcó Bartra el empate.
Le sentó el gol bien al Barcelona y en el tramo final del partido hasta Messi empezó a ser Messi. Salió del burladero. Se fue atrás para inventar algo. Hizo una jugada fuera del área para desequilibrar y buscar espacios. El partido se rompió y Modric, en el minuto 80, envió un balón al poste. Un disparo lejano y con mucho peligro.
Por Ulises Sánchez Flor