El 13 de abril de 1997, un día como hoy hace 17 años, comenzó una especie de nuevo testamento para el golf mundial. Aquella tarde en el Augusta National, Tiger Woods ganó su primera chaqueta con 21 años, 3 meses y 14 días, rompiendo la marca de Severiano Ballesteros, con 12 golpes de ventaja sobre Tom Kite y con 18 golpes bajo par.
Todos esos registros, la figura de un golfista gigantesco, sirvieron para lanzar el golf hacia lo desconocido. De pronto comenzaron los grandes contratos de televisión con el PGA Tour, las grandes firmas deportivas desarrollaron líneas en torno a las estrellas nacientes e incluso todo un mercado paralelo comenzó a crecer en los programas de televisión que comercializan todo tipo de cosas durante la madrugada anunciando que mejoran definitivamente a consumidor. Falso.
Hoy, cuando este deporte comienza a erosionarse en Estados Unidos, algo que saben los gestores de este deporte que ya tienden lazos con Latinoamérica donde se puede exprimir el negocio, otro de los jóvenes Jordan Spieth amenaza con batir la marca de Tiger Woods, un registro que se pondrá a prueba en los próximos años si se estima que un chino jugó el año pasado el Masters con 14.
Spieth, que ha jugado los tres días por debajo del par en Augusta, algo que sólo ha hecho además el sueco Blixt, es de Texas, como Crenshaw, el ganador de 1984 y 1995, y al que Jordan llama señor. "Él y Nicklaus me dieron muchos consejos el miércoles y también su caddie Carl Jackson", reveló el sábado, después de aplicar tajantemente todo lo que le habían confiado. Se ahorró su ímpetu de ir a por todas las banderas y eso le ahorró muchos problemas.
Criado en un ambiente con innegables trazos religiosos -fue al colegio católico de Santa Mónica y luego al Instituto jesuita-, y amigo de Bubba Watson con el que compartirá partido en la ronda final, abrazó el deporte desde pequeño.
Su padre había sido jugador de béisbol en la universidad y su madre jugadora de baloncesto, pero él, tras una dolorosa experiencia en el béisbol -a los cuatro años se rompió los dos paletos mientras jugaba- se decantó por el deporte que nunca había llamado la atención en su casa: el golf.
Era un deporte que ya había probado desde los 18 meses, para que estuviera entretenido mientras su madre atendía a su hermano pequeño recién nacido, él ya jugaba con palos de plástico. MIentras desarrollaba una carrera amateur interesante, debutó a los 16 años en el PGA Tour en el Byron Nelson de 2010, torneo en el que era séptimo a falta de una jornada.
Acabó decimosexto y percibió que tenía madera para jugar en el circuito más importante del mundo, en el que se estrenó justo a tiempo con el John Deere Classic, lo que le valió para jugar el Open Británico y también el PGA. "Estoy encantado con la oportunidad que tengo de afrontar este reto mañana", dijo cuando el sol se ponía en Augusta hacia un amanecer de un día que puede ser histórico.
Gerardo Riquelme/ Marca.com